Por Jan-Albert Hootsen, representante del CPJ en México
El 15 de abril, durante la conferencia de prensa diaria del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, éste declaró a los periodistas: “Si ustedes se pasan, pues ya saben ¿no?, lo que sucede, ¿no?”. López Obrador aclaró sus declaraciones al día siguiente, y expresó que había querido decir que la sociedad pediría cuentas a los periodistas que injustamente criticaran al Gobierno. En un país donde se asesina a periodistas con impunidad, sus comentarios fueron ampliamente criticados.
El comentario ha sido el último incidente en la incómoda relación entre el nuevo Gobierno federal, que asumió el poder el 1 de diciembre, y la prensa. Algunos observadores han expresado en artículos de opinión que creen que ello se explica en parte por las anteriores interacciones de López Obrador con una prensa que frecuentemente le ha sido hostil, y también por un nuevo enfoque comunicacional gubernamental. Los periodistas también señalaron que aquéllos que informan críticamente sobre el presidente, con frecuencia son blanco de acoso en la Internet, de manera más marcada por usuarios de Twitter.
Desde su investidura, López Obrador ha introducido la “mañanera” o sesión informativa con la prensa, celebrada a diario a las 7 a. m. en el Palacio Nacional de Ciudad de México. La sesión ha sido elogiada por algunos. El columnista Ernesto Núñez Albarrán escribió en Aristegui Noticias el 14 de abril que era “saludable que [López Obrador] comparezca a diario; incluso, que se queje de los encabezados, los ángulos noticiosos y las coberturas que no le gustan”.
Sin embargo, Núñez Albarrán agregó que el presidente sentía una profunda desconfianza hacia algunos medios informativos. Durante los Gobiernos anteriores, cuando el izquierdista López Obrador era alcalde de Ciudad de México y principal figura de la oposición política, con frecuencia era descrito por los que detentaban el poder como un “peligro para México”. Era un mensaje repetido por los medios con estrechos vínculos con el Gobierno federal.
López Obrador ha atacado a periodistas y comentaristas críticos, y los ha catalogado de “conservadores”, “neoliberales” y “fifí”, lo cual significa elitista o alejado de la realidad. El mandatario y algunos miembros de su gabinete han señalado por nombre a varios periodistas y medios informativos, en particular el diario de Ciudad de México Reforma, al que López Obrador ha criticado más de una decena de veces desde que asumió el poder, según la organización defensora de la libertad de expresión Article 19.
Numerosos periodistas han declarado al CPJ que han sido acosados por Internet después de haber sido mencionados o criticados por el presidente. Uno de ellos, el director editorial de Reforma, Juan Pardinas, declaró a la sección de México de Article 19 que había recibido amenazas de muerte por Internet y que se habían divulgado datos privados suyos. Según Pardinas, las amenazas se originaron por un artículo periodístico sobre la seguridad en la residencia del mandatario, el cual López Obrador criticó en una sesión informativa.
Jesús Cantú, vocero de la Presidencia, declaró al CPJ el 1 de mayo que el Gobierno federal estaba comprometido con la libertad de prensa. “Rechazamos todo tipo de violencia, virtual o no virtual, contra los periodistas y los medios”, declaró.
El CPJ recogió los testimonios de varios periodistas y observadores de medios mexicanos sobre las interacciones de López Obrador con la prensa y si consideraban que su retórica podía aumentar los riesgos para los periodistas. Los testimonios han sido ligeramente editados por razones de espacio y para lograr claridad.
Raymundo Riva Palacio, fundador de Eje Central
Las conferencias de prensa matutinas se utilizan para difamar a periodistas. He recibido amenazas directas e indirectas contra mí, entre ellas que las personas publicarán contratos de publicidad gubernamental que presuntamente recibí. Ha habido acoso y difamación digital permanente contra todo el que discrepe del presidente. Es un clima de hostilidad.
De ninguna manera existe una buena relación entre la prensa y el mandatario. Durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, fui víctima del acoso constante. Se intentó instalar software de espionaje en mi teléfono móvil, se investigó mi vida privada, me seguían, mi correo electrónico fue atacado, y se me dijo que se cancelarían los contratos de publicidad oficial si no dejaba de criticar al presidente. Siempre comprendí que esas eran las reglas del juego, pero nunca temí por mi seguridad física.
El clima de hostilidad y agresión contra todo el que discrepe de López Obrador es distinto a todo lo que he visto en mi carrera profesional.
[Nota del editor: El Gobierno de Peña Nieto reiteradamente negó las acusaciones de que espiaba a los periodistas, según versiones de prensa].
Lucía Lagunes Huerta, directora de la organización defensora de la libertad de prensa Comunicación e Información de la Mujer A.C.
Creo que la relación entre el Gobierno federal y la prensa es mala. El presidente alberga un enorme prejuicio sobre la labor de la prensa. Es muy preocupante cuando generaliza en la forma como se expresa a diario, llamando a las periodistas parte de la “mafia del poder”, conservadores o corruptos.
Para empeorar las cosas, las condiciones laborales de los periodistas son pésimas. El presidente necesita admitir eso, para que los periodistas puedan hacer un mejor trabajo. La violencia contra los periodistas es muy grave, y descalificar tanto a los periodistas es irresponsable. Con la popularidad que tiene, se crea un discurso de odio que se ve en las redes sociales. Los periodistas que hacen preguntas críticas durante las conferencias de prensa matutinas son atacados por cuentas de redes sociales, hay alarmantes expresiones de odio. El presidente no está enfrentando lo que está creando.
Témoris Grecko, periodista freelance y documentalista
No cubro la presidencia ahora mismo, aunque sí planeo asistir a la conferencia de prensa matutina. Sí recibí algún abuso digital por comentarios que hice sobre López Obrador, pero fue leve comparado con algunos colegas.
El presidente tradicionalmente se mantenía a distancia, en términos de discurso se mantenía siempre encima de todos los demás, como si estuviera en el aire. No estamos acostumbrados a verlo bajar al cuadrilátero, hablando con los medios. Lo que más me molestó fue cuando dijo que, si no éramos prudentes, tendríamos que responderle al pueblo. Para mí, eso parece como una agresión, como una amenaza. Sin embargo, el contexto es importante: un presidente gruñón no es lo mismo que un presidente que toma represalias. No olvidemos cómo era en 2017, cuando en apenas unos meses varios periodistas fueron asesinados, entre ellos Javier Valdez. [Valdez, cofundador de Ríodoce, fue asesinado a disparos en mayo de 2017].
López Obrador no es tonto. Está intentando activar a su base mediante la polarización. No debemos caer en la trampa de la provocación.
Creo que esta polarización tiene el propósito de desviar la atención de la prensa de otras cuestiones más urgentes, como la publicidad oficial, las malas condiciones laborales y la impunidad. Aunque algunos medios puedan beneficiarse de esto vendiendo más periódicos, en general no debemos jugar al juego que el presidente quiere que juguemos.
Rossana Reguillo Cruz, científica social que estudia a los medios y al Gobierno en el ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara
Estoy estudiando el modelo comunicacional de López Obrador, sus estrategias en las redes sociales y estoy analizando su discurso. He recibido mucho abuso por causa de comentarios críticos contra el presidente. Tuve que silenciar varias cuentas [de Twitter] debido al nivel de agresión y acoso constante; desde comentarios impropios hasta descalificaciones y chistes de mal gusto.
López Obrador está muy bien conectado con el pueblo. Lo que me preocupa profundamente, sin embargo, es que la agenda del debate público se define en lo que es esencialmente una conferencia de prensa. Los periodistas ni siquiera pueden cuestionar al presidente, porque las redes sociales enseguida les caen encima, los ridiculizan, los desacreditan. Para mí, lo peor es que el presidente aumenta esa descalificación al utilizar palabras como “prensa fifí” y prensa “conservadora” o “neoliberal”. Existe una tendencia a tratar de controlar los medios.
En ese sentido, existe una tendencia autocongratulatoria y de rechazo a la prensa. No estoy diciendo que la cobertura sobre el Gobierno no tenga ningún defecto, sino que la pluralidad está en riesgo. Nosotros, como ciudadanos, somos lo suficientemente maduros como para saber de qué medios desconfiar. El presidente infantiliza, parece sólo dar crédito a las redes sociales.
Estoy en contacto con organizaciones de periodistas de todo el país, y lo que estoy viendo es que el presidente está haciendo la figura del periodismo más frágil. Los está describiendo como el enemigo, cuando debe estar valorando un discurso de armonía.
Luis Guillermo Hernández, periodista freelance, Ciudad de México
Creo que el presidente y la prensa están construyendo una relación que todavía necesita estructurarse. Quizás López Obrador no ha mostrado la conducta que se espera de un presidente, pero es importante recordar que sólo es el discurso. [Él] es el primer presidente que ha mostrado respeto por los medios en lo que respecta a lo que pueden publicar. Con Calderón y Peña Nieto, en este punto de sus respectivas presidencias, la presión sobre los medios respecto a lo que podían publicar o transmitir ya estaba creciendo.
Lo que me preocupa no es tanto la virulencia con que se ataca a los medios en la Internet, sino la virulencia con la cual algunos medios están atacando [al presidente]. Los medios tradicionales y los ciudadanos en las redes sociales ahora están funcionando en el mismo plano, y encuentro mucho más preocupante cómo existe una falta de diálogo entre los medios y los ciudadanos sobre cómo tratar al nuevo Gobierno. Eso no es algo en lo que [el presidente] debe involucrarse. Él siempre ha sido algo autoritario, y nunca lo ha hecho un secreto, pero no es ni remotamente como con los Gobiernos anteriores.
[Informaciones recabadas en Ciudad de México]