Ataques a la Prensa en 2001: CUBA

CUBA

Durante el 2001, las autoridades cubanas continuaron esgrimiendo una variedad de herramientas represivas para silenciar el periodismo independiente: hostigamiento e intimidación; penas de cárcel y amenazas de enjuiciamiento; detención, interrupción de las comunicaciones telefónicas y restricciones al libre movimiento, entre otras. En mayo del 2001, por séptimo año consecutivo, el CPJ incluyó al presidente Fidel Castro Ruz en su relación anual de los diez peores enemigos de la prensa.

No obstante, los periodistas independientes fundaron la Sociedad de Periodistas Manuel Márquez Sterling (SPMMS). La asociación, que no acepta financiamiento de ningún gobierno, busca promover la libertad de expresión, capacitar a los periodistas independientes, defender la ética periodística y brindar apoyo moral y financiero a sus miembros. Como era de esperar, los agentes de la seguridad del estado pusieron la mira en la SPMMS, y le prohibieron dictar cursos de capacitación y hostigaron a algunos de sus miembros en el hogar.

Mientras tanto, la comunidad internacional brindó mayor reconocimiento a la importante labor de los medios independientes cubanos. A principios de abril, periodistas independientes cubanos y parlamentarios europeos se reunieron para dialogar sobre cuestiones de la libertad de prensa durante la 105ta Conferencia de la Unión Interparlamentaria, sostenida en La Habana.

De acuerdo con el periodista cubano Raúl Rivero, la prensa independiente «no puede publicar en su país, no tiene acceso a la información oficial y vive bajo la presión de decretos, disposiciones y leyes que posibilitan al Gobierno que los pueda encarcelar con un viso de legalidad».

Debido a que el gobierno controla todos los medios de comunicación y restringe el acceso a la Internet, los periodistas independientes deben vencer numerosos obstáculos para transmitir las noticias al exterior. Las operadoras del monopolio telefónico estatal, Etecsa, con frecuencia se niegan a conectar las llamadas de los periodistas al extranjero. Del mismo modo, el gobierno sistemáticamente interviene los teléfonos de los periodistas, les desconecta el servicio telefónico o corta las llamadas al extranjero. A mediados de febrero, por ejemplo, el gobierno desconectó el número telefónico de la agencia noticiosa independiente CubaPress por al menos 20 días.

En otros casos, el gobierno ha negado el permiso de salida a periodistas que ya han obtenido una visa de inmigrante para viajar a otros países. A algunos periodistas que han recibido invitaciones para salir de visita al extranjero se les deja ir sólo si prometen nunca volver. En septiembre, la SPMMS emitió un comunicado en el que exigió que se dejara salir de Cuba a cinco periodistas a quienes se les había otorgado asilo político, pero para fines de año ellos permanecían en el país.

Tres periodistas encarcelados fueron liberados en el 2001. El 17 de enero, Jesús Joel Díaz Hernández —quien en 1999 fue sometido a una farsa de juicio en el que se le halló culpable de «peligrosidad», un delito desconocido fuera de Cuba— fue liberado luego de estar preso por dos años debido a su trabajo. Díaz Hernández estuvo encerrado en condiciones degradantes e incluso se le negaron los limitados derechos que las leyes cubanas le garantizaban. En 1999, el CPJ honró a Díaz Hernández con un Premio Internacional a la Libertad de Prensa. Después de su liberación, el periodista se reincorporó a trabajar como director ejecutivo de la agencia noticiosa independiente Cooperativa Avileña de Periodistas Independientes, pero el organismo de seguridad del estado continuó hostigándolo.

Manuel Antonio González Castellanos, corresponsal de CubaPress, fue liberado el 26 de febrero luego de cumplir la mayor parte de su condena de 31 meses por «desacato» al presidente Castro. Durante su encarcelamiento González Castellanos fue colocado en una celda de castigo por al menos 10 días. Pese a que sufría de un fuerte catarro y había bajado de peso considerablemente, las autoridades le negaron atención médica adecuada.

El periodista y activista sindical José Orlando González Bridón fue liberado el 22 de noviembre luego de cumplir 11 meses y 7 días en prisión por distribuir «información falsa» en un artículo sobre un caso de asesinato.

No obstante, el periodista Bernardo Arévalo Padrón continúa encarcelado. Arévalo Padrón ha estado encerrado desde 1997 por «desacato» a Castro y al miembro del Consejo de Estado Carlos Lage. Los cargos surgieron a partir de una serie de entrevistas que Arévalo Padrón dio a radioemisoras con sede en Miami a finales de 1997, y en las cuales alegó que mientras los campesinos cubanos se morían de hambre, envíos de carne fresca del campo llegaban en helicóptero a las mesas de Castro, Lage y otros funcionarios del Partido Comunista. El periodista continúa preso en un campo de trabajo forzado pese a que tiene derecho a la libertad condicional, y su estado de salud ha empeorado a causa del prolongado encarcelamiento.

Los corresponsales extranjeros no escaparon a las presiones del gobierno durante el 2001. En enero, el presidente Castro acusó a varios periodistas extranjeros de difundir «insultos y mentiras contra la Revolución». También insinuó que, como represalia, el gobierno podría considerar el cierre de las corresponsalías en vez de expulsar sólo a un periodista en particular. Como consecuencia, uno de los periodistas señalados, el británico Pascal Fletcher, reportero de Reuters, fue reubicado a Venezuela para que Reuters no perdiera su licencia.

Los periodistas independientes cubanos pueden contar con que sus colegas en el exterior utilicen la Internet para diseminar información. El diario digital Encuentro en la red (www.cubaencuentro.com) —lanzado por un grupo de exiliados cubanos de Madrid que también publica la popular revista trimestral Encuentro de la cultura cubana— celebró su primer aniversario en diciembre. El diario expone lo mejor de la prensa independiente cubana y sirve de foro para el debate entre cubanos de la isla y del extranjero. A lo largo del 2001, los medios oficiales continuaron arremetiendo contra la revista y el diario digital, a los que calificaron de instrumentos del gobierno estadounidense y de sectores derechistas del exilio radicados en Miami.