Por Dánae Vílchez, corresponsal del CPJ para Centroamérica
El día que falleció el padre de la reportera de El Faro Julia Gavarrete, su teléfono resultó infectado con el software de espionaje Pegasus, que tenía la capacidad de activar el micrófono y la cámara y leer todos los mensajes. Fue una de las muchas ocasiones en que su privacidad fue invadida por la tecnología Pegasus en un período de varios meses. Gavarrete hizo este perturbador descubrimiento cuando cooperaba con una nueva investigación sobre el jaqueo de los teléfonos de más de 30 periodistas salvadoreños, declaró la periodista al CPJ.
La semana pasada, el CPJ se sumó a numerosas organizaciones de medios y de la sociedad civil en un comunicado que insta a las autoridades salvadoreñas a pronunciarse sobre los hallazgos de expertos del Citizen Lab y Access Now, entre otras organizaciones. Aunque aún no se ha esclarecido quién fue responsable de la operación de Pegasus, la empresa israelí NSO Group ha expresado en reiteradas ocasiones que solamente vende la licencia del software Pegasus a clientes gubernamentales verificados y que investiga denuncias de abuso de la tecnología. Más de 180 periodistas en todo el mundo fueron nombrados como posibles blancos de Pegasus en julio de 2021, en reportajes investigativos que la empresa NSO Group afirmó eran falsos.
Los incidentes de El Salvador se hicieron públicos por primera vez en noviembre, cuando varios periodistas con iPhones informaron que Apple les había notificado sobre la posible presencia de Pegasus en sus teléfonos. Posteriormente Apple interpuso una demanda contra NSO Group en un tribunal estadounidense por facilitar la vigilancia.
Gavarrete cubre noticias sobre la política, la salud, el medio ambiente y cuestiones de género para El Faro, y anteriormente trabajó en el medio digital Gato Encerrado. Losinvestigadores descubrieron que el personal de ambos medios digitales independientes fue objeto de reiterados ataques con Pegasus en 2020 y 2021, en particular El Faro, que informó que 22 teléfonos pertenecientes a sus periodistas habían sido infectados 226 veces en total. Los incidentes coincidieron con algunas de las investigaciones más contundentes del medio digital, Gavarrete declaró al CPJ.
Por otro lado, el presidente Nayib Bukele y otros altos funcionarios gubernamentales han hostigado a estos medios digitales y a otros medios independientes, y han descalificado a sus periodistas, les han prohibido la entrada a conferencias de prensa y les han negado permisos de trabajo desde que Bukele resultara elegido en 2019.
El CPJ envió un correo electrónico al despacho presidencial de Bukele para obtener una declaración, pero no recibió respuesta.
En reciente entrevista telefónica, Gavarrete conversó con Dánae Vílchez, corresponsal del CPJ, sobre cómo la vigilancia con Pegasus ha afectado su trabajo periodístico. Se ha editado la entrevista para facilitar su comprensión y hacerla más concisa.
Hablemos del contexto: ¿qué está pasando en El Salvador en estos momentos en términos de la libertad de prensa?
El 2021 fue quizás el año en el que vimos más retrocesos. Se vieron [menos opciones] para la ciudadanía, por ejemplo, con solicitar información a las instituciones y poder tener conocimiento de qué hace el Estado y el Gobierno con los fondos públicos, también hubo una posición más concreta desde el Gobierno de cerrar filas contra todo tipo de medios que sean considerados como “incómodos”, que estén haciendo un trabajo de contraloría y que estén fiscalizando las finanzas públicas. Creo que no va a mejorar la situación. El panorama no pinta como que vaya por un buen camino.
¿Tenías miedo de estar siendo vigilada?
Varios teníamos ya ciertas sospechas de que estábamos siendo interceptados. Hay información que estábamos compartiendo y después se hacía público o en redes sociales a través de troles, cuentas en Twitter, o información que de repente aparecía en páginas que son páginas como de fake news. Pero solo fue eso, fue como una sospecha.
El año pasado yo estaba desarrollando un tema y parecía que alguien había leído mis conversaciones con la fuente con la que yo estaba hablando. Nadie se supone que tenía que saber y de pronto estábamos siendo interceptadas físicamente por personas que nos detuvieron en la puerta de una institución. Ese momento me confirmó a mí que ya estábamos siendo intervenidos, pero nunca pude saber de dónde vino la intervención esa vez.
Nunca pude saber, por ejemplo, si el incidente que yo tuve en mi casa con el robo de mi computadora fue una vigilancia del Estado. [Nota del editor: En 2020, le robaron la computadora de Gavarrete de su vivienda mientras varios otros objetos de valor quedaron intactos; en ese momento ella trabajaba en Gato Encerrado.] Nunca lo pude confirmar porque las investigaciones nunca llegaron a nada
¿Cómo confirmaron lo que estaba pasando?
Comenzamos a trabajar directamente con organizaciones que nos ayudaron a diferentes medios a investigar este asunto en El Salvador. El trabajo de ellos me permitió a mí poder confirmar la posibilidad de que si efectivamente estaba siendo vigilada, a través de Pegasus,
Mi primera impresión fue un golpe, no es lo mismo sospechar que ya saber que se tiene una intervención. Y fue un golpe bastante fuerte no solamente a nivel profesional, sino que emocional, pensar la cantidad de información que pasa por un dispositivo y sobretodo información personal a la que pueden tener acceso y lo que pueden hacer con esa información. Creo que procesarlo me llevó un poco de tiempo, pero al final hay que pasar la página y tratar de seguir. Esa fue mi forma de sobrellevarlo.
De lo que sabes, puedes contarnos un poco de lo que se logró encontrar en los teléfonos?
Encontramos intervenciones muy continuas de fechas muy específicas en las que tuvieron acceso a nuestros teléfonos y estuvieron en nuestros teléfonos extrayendo información. El análisis que hemos hecho nos permitió identificar fechas concretas donde ocurrieron las intervenciones.
Muchas de las cosas que pensaba inicialmente eran: ¿En qué estuve trabajando? Qué tipo de información estuvo llegando a mi teléfono, y con qué fuentes me estuve viendo?
Pero hay fechas específicas que también tienen que ver con momentos fuertes de mi vida, entre ellos una enfermedad de mi papá y su fallecimiento. Esas son las cosas que te hacen pensar que estas personas que están detrás de estas intervenciones no solamente están interesadas en saber quién sos vos, como periodista y su trabajo, sino que quieren saber qué pasa en tu vida personal. Es como una forma también de imaginarte el tipo de personas que están detrás de esto, gente sin escrúpulos.
Hay períodos en los que básicamente ha habido vigilancia ininterrumpida por varios meses. Hay gente que ha sufrido quizás mínimo un año de vigilancia. Algo que para [los investigadores] también ha sido muy raro es la obsesiva vigilancia que existe en el uso de Pegasus en El Salvador, porque no solamente se trata de que si hay infecciones, sino que son infecciones muy constantes.
¿Por qué crees que el gobierno estaría interesado en monitorear el trabajo de ustedes?
Como no tenemos conocimiento a ciencia cierta quién está detrás de esto, lo que podemos pensar es que quienes han estado detrás de estas intervenciones sin duda han estado interesados en saber qué es lo que los periodistas están trabajando.
Un gobierno va a estar siempre interesado en saber qué es lo que hacen los periodistas que lo están investigando, aunque no tenemos pruebas de contratos específicos.
Algo que nos ha quedado muy claro es que en los periodos donde hemos sido vigilados, El Faro ha estado trabajando en reportajes fuertes que han revelado corrupción o compras irregulares. Básicamente no hay un día de los que hayan arrojado los informes que hemos sido intervenidos, en donde no haya un hecho muy fuerte que esté relacionado con una publicación que El Faro hizo o una investigación que se estaba desarrollando.
Creo que a nivel mundial la vigilancia estatal solo demuestra que el interés mayor de un gobierno está en querer saber qué es lo que se dice de ellos, y no querer combatir el crimen organizado.
¿En qué medida ha reconocido el gobierno salvadoreño lo sucedido y se ha responsabilizado?
Con los mensajes de Apple, el gobierno se desligó totalmente de ellos. Algunos funcionarios dicen que lo que decía Apple no se trataba del Salvador. Solo fue una cuestión de negar y tratar de virar la atención a otro lado.
Esperamos que el Gobierno pueda dar respuestas, que pueda aclarar que si acaso está haciendo uso o no de este tipo de software, [y] que el Estado mismo investigue quiénes estarían detrás de todo esto. Y que también la comunidad internacional sea más insistente para que el gobierno responda a lo que está ocurriendo acá. Porque estamos hablando de una cantidad exorbitante de dinero que alguien está gastando en esto.
¿De qué manera esta situación ha afectado tu trabajo como periodista?¿Cómo te hace sentir?
Es una carga estresante. Ya teniéndolo confirmado, sabemos que no solamente es cuidar nuestra integridad y la de nuestras fuentes, sino la de nuestra familia, y tratar de explicarles todo el tiempo lo que está pasando y por que no podemos comunicarnos por [una vía] convencional, porque igual podemos estar siendo intervenidos en ese momento. En el hecho de cualquier cosa delicada que me quieran decir siempre les comunico que no me lo digan por ninguna vía del teléfono, que me lo digan en persona. Es una de las mayores presiones que he tenido desde que ya tengo confirmado lo que ha pasado.
Antes de eso yo tomaba mucho cuidado con mis fuentes, pero desde que ya tengo confirmado eso, el manejo por mi parte ha sido más extremo aún, para no ponerlas en riesgo. Pero siempre genera una carga que te va desgastando con el día a día, y tenés que hacer un esfuerzo aún mayor para poder producir, para poder hacer periodismo.
Consulte el aviso de seguridad del CPJ “Los periodistas son objetivos del software de espionaje Pegasus”