El aula de periodismo móvil de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) en Tumaco, Colombia, el 6 de marzo de 2020. La FLIP ha convertido un contenedor de transporte en un aula de periodismo móvil. (CPJ /John Otis)

En Colombia, un contenedor de transporte sobre ruedas lleva un taller de periodismo ambulante a localidades sin fuentes informativas

Por John Otis, corresponsal del CPJ para la región andina

¿La clave para poner fin a los silencios noticiosos en zonas aisladas de Colombia pudiera estar dentro de un contenedor de transporte?

La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), con sede en Bogotá, piensa que sí. Como parte de un experimento que se propone convertir a activistas comunitarios en reporteros en regiones que carecen de medios locales, la FLIP ha transformado un contenedor de transporte en un aula de periodismo móvil.

Durante gran parte del año pasado, el contenedor se ha trasladado en camión de pueblo en pueblo por la cordillera de los Andes y a lo largo de la calurosa costa del Pacífico colombiano. Cuando ya el contenedor está listo, instructores de Periodismo se reúnen en su interior con estudiantes que aprenden los principios básicos del oficio, aunque desde el brote del coronavirus las clases se han ofrecido temporalmente en modalidad virtual.

La idea del taller móvil nació de un informe que la FLIP publicó en 2019 y que describe zonas sin medios noticiosos locales en 666 de los 1.109 municipios colombianos, que son el equivalente de los condados estadounidenses.

En estas zonas, donde viven unos 10 millones de colombianos—la quinta parte de la población del país—el informe no halló ningún periódico, sitio web, radioemisora ni canal de TV que ofrecieran noticias de carácter local, principalmente debido al prolongado conflicto armado con la guerrilla, las amenazas de grupos de narcotraficantes contra periodistas y el elevado costo que supone producir contenido local.

Inclusive en aquellas localidades aisladas donde hay cobertura de noticias, el informe de la FLIP constató que una gran cuota de esa cobertura de noticias proviene de radioemisoras pertenecientes al Ejército colombiano y no de periodistas independientes.

“Tuvimos que buscar una manera de atravesar el silencio”, declaró al CPJ Jonathan Bock Ruiz, subdirector ejecutivo de la FLIP.

Para llegar a estas regiones, la FLIP pensó en realizar talleres de periodismo en salones de conferencia de hoteles o en otros sitios de cada localidad. Con el contenedor, la FLIP se propone crear un ambiente más íntimo y fomentar el compañerismo entre los estudiantes. El proyecto recibió fondos de las Naciones Unidas, y montos más pequeños de Open Society Foundations y USAID.

El contenedor se puede instalar prácticamente en cualquier parte. Sus paredes metálicas se doblan y forman toldos para proteger a las personas del sol y de la lluvia. Su interior contiene una pizarra blanca, equipos audiovisuales, ventiladores, una cafetera, mesas portables y sillas plásticas.

“Está un poco estrecho, pero las personas sienten que tienen su propio espacio y están más dispuestas a participar”, declaró al CPJ Carolina Arteta Caballero, directora de Educación de la FLIP. Arteta coordinó el seminario que se ofreció en marzo en el puerto de Tumaco, en la costa del Pacífico, justo antes de que comenzara la fase de confinamiento por el coronavirus.

Líderes comunitarios en Tumaco, Colombia, se reúnen para un taller de periodismo el 6 de marzo de 2020, dentro de un contenedor de transporte convertido en un aula. El contenedor es un proyecto de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), con sede en Bogotá. (FLIP / Gabriel Linares)

Durante la visita del CPJ a Tumaco ese mes, se colocó el contenedor en un claro entre una oficina gubernamental que proporciona ayuda a las víctimas del conflicto y una cancha de baloncesto de cemento con los aros doblados y los tableros rotos. Pese al sombrío entorno y el aguacero que caía durante una de las sesiones de marzo, alrededor de dos docenas de habitantes de Tumaco se apretaron en su interior.

Entre los participantes se encontraba un reportero de radio, pero el resto eran líderes comunitarios, algunos acompañados de sus hijos. Como carecían de computadoras portátiles, hacían sus apuntes con bolígrafos y papel mientras Arteta lo repasaba todo, desde los principios básicos de la redacción periodística hasta consejos para detectar las noticias falsas, un problema común en Colombia.

“Esta es una manera de poder aprender cómo comunicarme y expresarme”, señaló una estudiante, Silvia Ordóñez, quien dirige una organización ambiental que trata de proteger los cercanos manglares de la costa del Pacífico.

Los seminarios de la FLIP que se celebran en cada localidad duran siete fines de semana consecutivos. El programa se centra en los líderes comunitarios, señaló Arteta, porque con frecuencia son los más motivados y comprometidos a mejorar las condiciones de vida en sus pueblos y aldeas. Incluso después de que los estudiantes concluyen el curso y el contenedor se dirige hacia la próxima localidad, el personal de la FLIP en Bogotá se mantiene en contacto con los graduados y los ayuda a seleccionar y editar sus noticias.

En momentos cuando las principales organizaciones noticiosas de Colombia tienen dificultades, las expectativas de la FLIP son modestas. En vez de fundar periódicos o abrir radioemisoras, los participantes en el curso, en general, llevan las habilidades recién aprendidas a las redes sociales.

Los primeros seminarios de la FLIP se realizaron el año pasado en localidades del occidental departamento del Tolima, una región montañosa de la cual surgió el grupo guerrillero marxista conocido como las FARC en 1964. Aunque las FARC se desmovilizaron en 2016, la FLIP afirma que, en parte debido a tantos años de violencia, 20 de los 47 municipios del departamento se encuentran en una situación de silencio informativo.

En el poblado de Puerto Saldaña, en Tolima, hasta hace poco la única fuente informativa local era un hombre que pregonaba anuncios con un megáfono, declaró al CPJ Bock, el subdirector de la FLIP. Ahora, los graduados del curso de la FLIP se reúnen y publican noticias en una página de Facebook. Para llegar a las personas que no tienen acceso a la Internet, ellos también imprimen y colocan sus noticias en un tablón de anuncios en la plaza del pueblo en los días de mercado, cuando Puerto Saldaña se llena de agricultores.

Tras la realización de los seminarios de la FLIP en la localidad de Cajamarca, un grupo de cuatro graduadas, de entre 20 y 65 años, comenzaron a transmitir noticias locales con énfasis en cuestiones de la mujer por medio de videos en YouTube. Otro estudiante, Harrison Vargas, de 12 años, creó un canal de YouTube en el que promueve la agricultura orgánica.

“Él es una especie de Greta Thunberg colombiano”, señaló Bock, aludiendo a la adolescente activista ambiental sueca. “Él quiere ser el youtuber que salva al campo”.

Desde mediados de marzo, cuando el Gobierno colombiano anunció la adopción de medidas de confinamiento para prevenir la propagación del coronavirus, el contenedor ha regresado a Bogotá y la FLIP está celebrando sus seminarios de Periodismo en modalidad virtual.

Pero el concepto del contenedor-aula es reunir a aspirantes a periodistas y crear un sentido de solidaridad. Por eso, Bock promete que, cuando el confinamiento termine en Colombia: “Vamos a regresar al camino”.

[Informaciones recogidas desde Bogotá y Tumaco, Colombia]