Un voluntario se esfuerza por apagar un incendio forestal en Quitunuquina, en las afueras de Robore, Bolivia, el 24 de agosto de 2019. Los incendios forestales de Bolivia han puesto al descubierto los numerosos riesgos que enfrentan los periodistas ambientales. (AP Photo/Juan Karita)
Un voluntario se esfuerza por apagar un incendio forestal en Quitunuquina, en las afueras de Robore, Bolivia, el 24 de agosto de 2019. Los incendios forestales de Bolivia han puesto al descubierto los numerosos riesgos que enfrentan los periodistas ambientales. (AP Photo/Juan Karita)

Los incendios forestales de Bolivia ponen al descubierto los riesgos para los periodistas ambientales

Por John Otis, corresponsal del CPJ para la región andina

Cuando Pablo Ortiz, veterano periodista de El Deber, el principal diario de la oriental ciudad de Santa Cruz, partió para cubrir los masivos incendios forestales, no se dio cuenta de cuán peligrosa sería esta cobertura.

Ortiz acompañaba a bomberos voluntarios, cuando los cambiantes vientos comenzaron a dispersar las llamas. El grupo, para no quedar rodeado por el fuego y ser asfixiado por el humo, rápidamente se retiró, mientras a su alrededor caían los árboles en llamas.

Los incendios forestales de Bolivia, que según estimados oficiales han provocado casi la misma destrucción que los incendios forestales del vecino Brasil, han planteado enormes desafíos para los medios informativos bolivianos.

Varios periodistas declararon al CPJ que no habían recibido ninguna capacitación previa sobre cómo cubrir los incendios de manera segura, y a menudo tenían que comprar sus propias ropas protectoras. Para mayor peligro, muchos terminan siguiendo a inexpertos bomberos a las zonas afectadas. Por otro lado, con frecuencia los intentos de los medios por brindar un claro panorama de la tragedia son enturbiados por las autoridades, que, pendientes de las elecciones presidenciales del próximo mes, restan importancia a la magnitud de los daños de los incendios.

“Todos están subestimando cuán malos son estos incendios”, declaró Ortiz en reciente entrevista con el CPJ en Santa Cruz.

Las autoridades sostienen que los incendios, la mayoría de los cuales se han originado en la Chiquitanía, una región de bosques tropicales secos cerca de la frontera con Brasil, han consumido más de un millón de hectáreas. Los medios internacionales mayormente han ignorado el desastre, en parte porque se han concentrado mucho en los incendios de la Amazonia brasileña. Sin embargo, los incendios han dominado el ciclo noticioso en Bolivia durante los últimos dos meses.

Romaneth Hidalgo, directora de Noticias de Full TV, un canal privado de cable de Santa Cruz, expresó que los periodistas muchas veces acompañan a los bomberos voluntarios que se han congregado en masa en el oriente de Bolivia. Pero, al igual que los periodistas, estos voluntarios muchas veces carecen de suficiente entrenamiento y experiencia en el combate contra grandes incendios. Los periodistas, agregó Hidalgo, a menudo llegan sin cascos, respiradores o botas protectoras.

“Vi a alguien que cubría los incendios en pantalones cortos”, Hidalgo expresó al CPJ.

Los riesgos se hicieron evidentes cuando un corresponsal del CPJ acompañó a un grupo de seis voluntarios a un incendio que ardía en el bosque de la Chiquitanía cercano a la ciudad de Concepción. Los bomberos llevaban rastrillos, palas y tanques de agua en la espalda, pero carecían de suficiente personal y suficiente agua para sofocar o contener las llamas. Conforme el viento cobraba fuerza, el fuego crecía y se esparcía. Visiblemente nerviosos, los voluntarios comenzaron a trotar para evacuar, e instaron al corresponsal del CPJ a que los siguiera.

Hasta el momento, ningún periodista ha resultado herido o muerto durante la cobertura de los incendios, pero las autoridades afirman que cinco bomberos voluntarios han fallecido.

Aparte del peligro físico, precisó Hidalgo, uno de los mayores retos es brindarle a la ciudadanía un panorama preciso de los incendios, frente al bombardeo de la propaganda gubernamental.

Los incendios se desataron poco antes de que el presidente Evo Morales iniciara su campaña para obtener un cuarto mandato consecutivo en las elecciones del 20 de octubre. Para evitar una reacción negativa en las encuestas, sostuvo Hidalgo, los ministros del Gobierno suelen restar importancia a la magnitud de los incendios, una labor facilitada por los canales de TV y las radioemisoras progubernamentales que dominan el espectro radioeléctrico.

José Zapata, un bombero que ha trabajado en la Chiquitanía durante los últimos dos meses, afirmó que cuando los medios informativos repiten declaraciones erróneas en el sentido de que los incendios están bajo control, las donaciones de alimentos y equipos que se necesitan urgentemente para los bomberos, comienzan a agotarse.

“Hay mucha desinformación”, Zapata declaró al CPJ. “Cada día tenemos que enfrentarnos con más incendios. Esto es lo peor que he visto en mi vida”.

Incluso antes del comienzo de los incendios, la cobertura sobre el medio ambiente había sido insuficiente, declaró Isabel Mercado, editora del diario independiente de La Paz Página Siete. Según Mercado, pocos periodistas se especializan en cuestiones “verdes”, mientras que las organizaciones ecologistas han sido hostigadas por el Gobierno encabezado por Morales.

En 2013, la ONG danesa IBIS, que se especializaba en cuestiones del cambio climático, fue expulsada del país. Dos años después, el vicepresidente Álvaro García Linera amenazó con expulsar a otras cuatro ONG que habían criticado la política gubernamental en materia de explotación de la tierra. Como resultado, señaló Mercado, las organizaciones ambientalistas que en el pasado habían proporcionado ideas para artículos, consejos y contexto a los periodistas, están tratando de no llamar la atención.

La investigación periodística incisiva también se ha visto entorpecida por el control cada vez mayor que el Gobierno ejerce sobre los principales medios noticiosos de Bolivia, declaró Raúl Peñaranda, director del sitio noticioso Brújula Digital. Según Peñaranda, casi todos los canales de TV y las radioemisoras privados, además de un creciente número de periódicos, tienen una actitud favorable al Gobierno y raramente investigan sus intentos por expandir la tala de árboles y la cría de ganado en la Amazonia boliviana y los bosques de la Chiquitanía.

Algunas de las tácticas empleadas por el Gobierno, según Peñaranda e investigaciones del CPJ, son amenazar con negar publicidad oficial a los medios informativos críticos, presentar demandas judiciales contra periodistas críticos y persuadir a empresarios afines al Gobierno a comprar medios de prensa que solían ser independientes.

Funcionarios de Gobierno no respondieron a los numerosos pedidos de declaración que el CPJ les envió mediante una aplicación de mensajería.

Ortiz, de El Deber, insiste en que los medios bolivianos han realizado excelentes investigaciones periodísticas, entre ellas las su periódico realizó sobre el comercio ilegal de colmillos de jaguar, que en enero ganó el prestigioso Premio Internacional de Periodismo Rey de España.

Sin embargo, reconoce Ortiz, gran parte de la actual cobertura sobre los incendios se ha concentrado en las secuelas, mientras que ha ignorado los factores que pudieran haber causado los incendios.

Por ejemplo, muchos críticos gubernamentales atribuyen el creciente número de incendios de este año, en parte, a una ley que aumentó en cuatro veces la cantidad de tierra que los agricultores pueden preparar y quemar para dedicar a los cultivos y la cría de ganado. Rafael Loyaza, decano de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica de Bolivia en La Paz, observó que hubo muy pocos artículos sobre la ley cuando el Congreso boliviano la aprobó en 2015: “Casi no hubo ninguna cobertura”.

[Informaciones recogidas desde La Paz, Santa Cruz y Concepción, Bolivia]