Gobiernos represivos utilizan sofisticados métodos de censura y vigilancia digital, acompañados de métodos más tradicionales, para silenciar a los medios independientes. Un reporte especial del Comité para la Protección de Periodistas.
Eritrea es el país con los mayores niveles de censura del mundo, según una relación elaborada por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés). La relación se basa en las investigaciones del CPJ sobre el empleo de tácticas que van desde el encarcelamiento y las leyes represivas hasta la vigilancia de los periodistas y las restricciones sobre el acceso a la Internet y las redes sociales.
De conformidad con el Artículo 19 de la Declaración Universal sobre los Derechos Humanos, toda persona tiene el derecho de buscar y recibir noticias y expresar opiniones. Estos 10 países violan la normativa internacional al prohibir o restringir drásticamente los medios independientes y al intimidar a los periodistas a silenciarse por medio de amenazas de prisión, vigilancia física y digital y otras formas de acoso. La autocensura es generalizada en estos países.
En los primeros tres –Eritrea, Corea del Norte y Turkmenistán–, los medios informativos son megáfonos del Estado y todo ejercicio independiente del periodismo se realiza desde el exilio. Los pocos periodistas extranjeros a quienes se permite ingresar son vigilados de cerca.
Otros países en la relación utilizan una combinación de tácticas directas como el acoso y la detención arbitraria acompañadas de sofisticados métodos de vigilancia y hacking para silenciar a los medios independientes. Arabia Saudita, China, Vietnam e Irán son particularmente expertos en ejercer estos dos tipos de censura: encarcelar y acosar a los periodistas y sus familias, a la vez que se dedican a la vigilancia digital y la censura de la Internet y las redes sociales.
La relación aborda solamente aquellos países donde el Gobierno ejerce un férreo control sobre los medios informativos. Las condiciones para el ejercicio del periodismo y la libertad de prensa en estados como Siria, Yemen y Somalia también son extremadamente difíciles, pero no se atribuyen necesaria y únicamente a la censura gubernamental, sino que otros factores como la violencia ocasionada por conflictos internos, la insuficiente infraestructura y el papel de actores no estatales crean condiciones que son peligrosas para los medios informativos.