Su Excelencia:
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) está alarmado por la rápida escalada de violencia contra la prensa en Colombia en meses recientes. Además de una ola de amenazas que ha fomentado un clima de temor en los medios de prensa, dos periodistas fueron asesinados esta semana en ataques separados.
El lunes 28 de abril, cerca de las 8 p.m., un pistolero no identificado entró a la casa del periodista Guillermo Bravo Vega en la ciudad sureña de Neiva, departamento del Huila, y le disparó una vez en la cabeza y dos en la nuca. Bravo, de 65 años, murió cuando era conducido a un hospital local, fuentes policiales indicaron al CPJ.
En otro incidente, a la mañana siguiente, el periodista Jaime Rengifo caminaba hacia el cuarto del hotel donde vivía en la ciudad norteña de Maicao, departamento de La Guajira, cuando un sicario le disparó cinco veces en la espalda. El asesino, que se registró en el hotel bajo un nombre falso, huyó en una motocicleta, de acuerdo a la policía local.
Bravo, quien dirigía un programa de televisión matutino llamado «Hechos y Cifras» por la cadena regional Alpevisión, había acusado con frecuencia a funcionarios municipales y departamentales de robar el dinero público. Rengifo, de 48 años, conducía el programa «Periodistas en Acción» en Radio Olímpica. El periodista también publicaba ocasionalmente un periódico llamado «El Guajiro Centenario». Rengifo arremetía con frecuencia contra la policía local y los militares por el fracaso en brindar seguridad al departamento.
Ambos periodistas habían recibido amenazas de muerte antes de los asesinatos. A pesar de que colegas de los periodistas señalaron que Bravo y Rengifo fueron asesinados por su trabajo, el CPJ aún no ha confirmado que sus muertes estén vinculadas con su trabajo periodístico.
De acuerdo a la investigación del CPJ, durante los últimos tres meses 16 periodistas en Colombia han recibido amenazas de muerte por su trabajo. Uno de los periodistas amenazados huyó del país y otros han buscado refugio en la capital, Bogotá.
La ola de amenazas comenzó en febrero, cuando Gladys Teresa Barajas Osorio, presidenta del Círculo Colombiano de Reporteros Gráficos, empezó a recibir mensajes de correo electrónico y llamadas telefónicas de individuos no identificados advirtiéndole que sería asesinada si no abandonaba el país.
A pesar de que Barajas no sabe quién está detrás de las amenazas, la periodista sostuvo que las mismas pueden provenir de su rol en la organización de una pequeña demostración en Bogotá a fines de enero para protestar por el secuestro del fotógrafo estadounidense Scott Dalton y la reportera británica Ruth Morris, por parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Barajas escapó de Colombia el 7 de marzo.
Menos de un mes después, 14 periodistas abandonaron sus hogares en el departamento de Arauca y partieron hacia Bogotá. Los periodistas decidieron escapar de la región después de que un integrante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), quien estaba supuestamente en el proceso de desertar a la rival milicia paramilitar, advirtió que los periodistas eran blancos de ambos grupos, de acuerdo a Carlos Pérez, corresponsal de la cadena de televisión RCN, quien estaba entre los periodistas que abandonaron Arauca el 31 de marzo. Los periodistas, que se acogieron al programa de protección de periodistas del gobierno, no tienen planes inmediatos para regresar a la región.
En el último caso, Adonai Cárdenas Castillo, periodista del diario El País de Cali, quien vive en la ciudad de Buenaventura, en el Departamento de Valle del Cauca, en el noroeste de Colombia, recibió dos llamadas telefónicas el 2 de abril durante las cuales sujetos no identificados lo amenazaron de muerte porque el diario había publicado un artículo de Cárdenas en el que responsabilizaba a las fuerzas paramilitares por el aumento reciente de muertes violentas en la ciudad. Desde entonces, Cárdenas ha recibido otras tres amenazas de muerte, la última ocurrida el 25 de abril, cuando otro individuo no identificado prometió que acabaría con su vida.
Colombia sigue siendo uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas. Durante la última década, más de 30 periodistas fueron asesinados en cumplimiento de su trabajo en Colombia –la tercera mayor cifra de cualquier país en ese período.
Su administración ha fracasado en proteger la seguridad de los periodistas que son blanco de las varias facciones en las casi cuatro décadas de guerra civil en su país. Esto ha perpetuado un clima de impunidad y ha dejado a los periodistas colombianos desprotegidos frente a los ataques e intimidaciones. Lo instamos a asegurar que estas muertes y amenazas sean investigadas a fondo y sus autores debidamente castigados.
Como organización independiente de periodistas comprometidos a defender a nuestros colegas en todo el mundo, exhortamos a Su Excelencia a que ayude a crear un clima en el que los periodistas puedan realizar su trabajo sin temor a las represalias.
Sinceramente,
Joel Simon
Director en funciones