Por Natalie Southwick/Investigadora Asociada del Programa de las Américas
Óscar Martínez conoce de primera mano los peligros de informar sobre la delincuencia y la violencia provocada por las pandillas. Martínez, cofundador de Sala Negra –un proyecto de periodismo investigativo dirigido por el sitio noticioso salvadoreño El Faro— sostiene que sus colegas y él han sido amenazados y acosados por su contundente cobertura informativa. Pero, afirma Martínez, sus fuentes corren el mismo riesgo de ser blanco de ataques, solamente por hablar con los medios.
Cuando Martínez fue galardonado con un Premio Internacional de la Libertad de Prensa el año pasado, declaró al CPJ: “No creo que hayamos sufrido ni siquiera el 1 % de lo que sufren las personas sobre las que escribimos”.
El CPJ tiene el compromiso de mejorar la seguridad de los periodistas, en particular de los comunicadores que informan en regiones donde el secuestro y el asesinato son comunes. En entrevista con el CPJ, Martínez señaló que esos debates sobre el tema de la seguridad deben profundizarse y que los periodistas que trabajan en regiones peligrosas necesitan compartir el conocimiento sobre los riesgos, así como los consejos, con las personas sobre quienes informan.
[Se ha editado esta entrevista para hacerla más concisa y clara].
Usted se ha pronunciado abiertamente sobre la importancia de la protección de las fuentes, por ejemplo, en el discurso de aceptación del Premio Internacional de la Libertad de Prensa. ¿Por qué la protección de las fuentes informativas es tan importante para los periodistas de países como El Salvador?
Para aquéllos de nosotros que hacemos periodismo en regiones violentas, el tema de nuestra propia seguridad es algo que está muy presente. Hablamos mucho sobre cómo protegernos mientras trabajamos, pero dejamos en segundo plano esta discusión sobre las fuentes. La verdad es que somos armas letales para algunas personas.
Imagina que un periodista extranjero venga a El Salvador y vaya a una zona de las pandillas, acompañado con escolta policial. Este reportero entra a la casa del vecino a hacer preguntas, se queda ahí un rato y todo el mundo lo ve, ¿y qué pasa después? Esta persona podría estar en peligro porque la pandilla piensa que dijo algo, que les está dando alguna información a las autoridades. El periodista ya se fue, pero esta persona sigue ahí.
Y sin embargo ésta es una cuestión de la que pocas veces discutimos, aunque es muy común. Ni siquiera aparece en la mayoría de los manuales de seguridad … No podemos realizar nuestro trabajo sin nuestras fuentes, por eso tenemos que ser capaces de protegerlas.
Ello no equivale a decir que no existen riesgos para nosotros también. Mira a México, donde están asesinando sistemáticamente a periodistas. Si ellos son capaces de asesinar a un gran y reconocido periodista como a Javier [Valdez Cárdenas], tiene razón que la gente ahí tenga miedo. [NOTA DEL EDITOR: Valdez murió asesinado a balazos cerca de la sede de su periódico el 15 de mayo]. Ellos tienen que pensar en cómo protegerse a sí mismos. Pero eso no significa olvidarse de las fuentes. Ellas son partes iguales de la misma discusión.
También hay que reconocer las ventajas que tenemos como periodistas: tenemos nuestros medios, colegas y redes que nos respaldan. Las fuentes muchas veces carecen de esto. Sobre todo muchas de estas fuentes son personas humildes. Ellos no tienen como protegerse, y puede que no saben poner en perspectiva su propia situación de riesgo. Es nuestra responsabilidad darles la información y asegurarnos de que la entiendan.
Por otro lado, nosotros como periodistas no podemos ser responsables de la protección, en lo referente a medidas físicas o decisiones judiciales, eso debe ser responsabilidad de las autoridades. Lo que podemos hacer, no obstante, es asegurarnos de que nuestras fuentes estén informadas.
Esto parece ser una distinción importante. ¿Usted cree que existe una obligación más amplia por parte de la sociedad –de las instituciones estatales y los actores no gubernamentales– en el sentido de proteger también a las personas que han hablado con los medios?
Sí, es un tema para la sociedad, pero [los periodistas] tienen mayor responsabilidad. Al fin y al cabo, es de nosotros en primer lugar. Tenemos que reconocer que hay repercusiones, nuestra labor tiene consecuencias para otras personas. No podemos cambiar lo que ya sucedió. No podemos ofrecer nuevos hijos a una madre. Pero podemos intentar de no causar más ningún daño.
Sí creo que hay estrategias que podemos utilizar para respaldarnos unos a otros. En realidad, necesitamos algo que sea más que una guía para responder a estas situaciones. También podemos coordinar con otros sectores de la sociedad: defensores de los derechos humanos, redes de apoyo y otras organizaciones que puedan ayudar.
Los periodistas pueden ser objeto de ataques, de amenazas de muerte, o correr el riesgo de ser asesinados por su labor informativa. ¿Cuáles son las consecuencias para las fuentes? ¿A qué peligros se exponen por hablar con los periodistas?
Las consecuencias más leves serían los insultos o el acoso por las redes sociales. Tienen despidos laborales, eso ha pasado con algunas fuentes, perdieron su trabajo. También se ve actos de acoso laboral. Por ejemplo, si un policía habla con la prensa, puede que no le den un ascenso, o que lo manden al peor y más lejano puesto policial, lejos de la familia.
Las personas reciben amenazas de muerte; eso les ha pasado a algunas de nuestras fuentes, como pasó con Consuelo. Ella fue una fuente clave de nuestro artículo sobre la masacre de San Blas. Esta señora tuvo que huir de su casa, a pesar de tratarse de un caso muy público, y ella era un testigo protegido, ella de todas maneras tuvo que huir, porque en este país le amenazan de muerte por hablar. Mira lo que le pasó a El Niño de Hollywood. Terminó siendo asesinado. Entonces, las consecuencias pueden ir desde el acoso hasta la muerte.
[NOTA DEL EDITOR: Miguel Ángel Tobar, conocido como El Niño de Hollywood, era un exintegrante de la clica Hollywood de la Mara Salvatrucha que se convirtió en testigo de la Fiscalía General de El Salvador. El testimonio de Tobar ayudó a enjuiciar y encerrar en la cárcel a 30 pandilleros, según El Faro].
No es posible siempre evitar que esto suceda, pero se puede intentar evitarlo. Lo menos que podemos hacer es intentarlo. Lo que yo creo que es completamente reprobable es ser ingenuo, o no decirles a las fuentes que algo podría ocurrirles. Por el contrario, deberíamos decirles “es posible que esto ocurra” y entonces hablar al respecto.
Eso es otro tema importante: tiene que ver confianza con la fuente. La confianza entre una fuente y un periodista es muy importante. Como periodista, se necesita hablarles con claridad a las fuentes, presentarles toda la información y asegurarse de que la entiendan. Así es como se desarrolla la confianza, y luego puedes tener esas conversaciones complicadas … Sin esta base, como periodista, no tienes nada.
¿Por qué el panorama en El Salvador es tan peligroso para los periodistas y sus fuentes?
Vivo en el país con el índice de homicidios más alto del mundo. Aquí, tenemos lo que se llama testigos protegidos, personas que participen en la comisión de un delito, no pagan la pena a cambio de su testimonio, y reciben medidas de protección. A pesar de las medidas, no es difícil averiguar quiénes son, y matan a muchos testigos protegidos. Y los periodistas ni siquiera cuentan con esas medidas, no les pueden proporcionar a las fuentes este tipo de protección.
Por eso, las personas tienen miedo de hablar: incluso si su identidad supuestamente quedará protegida, muchas veces se les puede identificar. Por eso está omitido el nombre en muchas ocasiones. Pero a veces uno debe decir “eso no puedo contar” incluso si se trata de una historia muy importante, porque simplemente no hay manera de garantizar la seguridad de esa persona. Recuerdo que una vez estábamos trabajando en un artículo y habíamos pasado dos horas con una fuente buscando cómo presentarle como anónimo. No lo logramos, y por eso en fin decidimos que no había manera de contar la historia sin ponerle en riesgo, aunque hubiera aportado mucha información al lector.
¿Qué pueden hacer los periodistas para mejorar la seguridad de ellos y de sus fuentes?
En mi experiencia, hay dos cosas principales que los periodistas deben valorar.
La primera es la opción de decidir no publicar. Es difícil para nosotros decir “no voy a poder publicar este artículo o publicar esta historia de la manera que quiero”, pero a veces es la decisión correcta. No se puede obligar a una fuente a hablar, y no se le puede obligar a ponerse en una situación donde esté expuesta a mayor riesgo. Esa es una decisión que les corresponde a las fuentes y debemos ser capaces de aceptarla.
La segunda es que uno tiene que ser completamente honesto con su fuente. Si uno ha decidido publicar algo, se le debe explicar a la fuente que su vida podría correr más riesgo que antes, que podría tener que tomar precauciones para protegerse a sí misma y a su familia, que tal vez hasta deba mudarse. No podemos suavizar esto, o intentar de no asustarlos: es importante que la fuente comprenda el riesgo.
Martín Caparrós, un conocido periodista argentino, dijo en una ocasión: “Un periodista puede ser cualquier cosa menos ingenuo”.
No podemos ser ingenuos. Nosotros como periodistas, debemos pensar preventivamente sobre lo que podemos hacer y lo que podría pasar como consecuencia. No es algo hipotético, se trata de un plan de acción. Debemos tener a mano una lista de recursos: ellos le podría ayudar, eso podría ayudar a sacarte del país, por ejemplo. La clave es que debe ser algo bien pensado y que lo tenga claro antes, para no estar reaccionando después. Hay que estar preparado, y ayudar también a que nuestras fuentes entiendan y estén preparadas.