Recuadro: El asesinato no resuelto de Natalya Estemirova
El bien desarrollado aparato de seguridad de Rusia tiene la capacidad investigativa y procesal para enjuiciar a los sospechosos de los 14 asesinatos no resueltos de periodistas que tuvieron lugar en este país en el último decenio, al menos según las palabras de sus propios líderes. En un anuncio televisado efectuado en enero de 2014, el titular del Comité Investigativo, Aleksandr Bastrykin, afirmó con satisfacción que el 90 por ciento de los homicidios ocurridos en Rusia son resueltos. Es verdad que el Kremlin ha logrado avances, luego de prolongados retrasos, en la obtención de condenas en el caso de Anna Politkovskaya. Sin embargo, en otros casos donde los periodistas son las víctimas, las investigaciones tienden a detenerse, en particular cuando apuntan a sospechosos políticamente incómodos. Pocos casos demuestran mejor este patrón que el del asesinato de la destacada defensora de los derechos humanos y periodista Natalya Estemirova.
Han transcurrido cinco años sin justicia desde el asesinato de Estemirova, colaboradora del periódico independiente Novaya Gazeta y activista de la organización de derechos humanos Memorial, con sede en Moscú. En lugar de arrestos, transparencia o un juicio, ha habido incongruencias, teorías cuestionables y pruebas abandonadas.
Estemirova fue secuestrada cerca de su hogar en Grozny, Chechenia, en las primeras horas del 15 de julio de 2009. Pocas horas después, su cadáver, con heridas de bala en el tórax y en la cabeza, fue encontrado al borde de la carretera federal Moscú-Bakú en la vecina región de Ingushetia. La reacción del entonces presidente Dmitry Medvedev ante el asesinato fue rápida. El titular del Comité Investigativo de la Federación Rusa se hizo cargo personalmente del seguimiento de la investigación. Igor Sobol, un investigador especial del aparato central del comité, fue designado para encabezar el equipo de investigación del asesinato.
Al principio, los investigadores siguieron varias hipótesis, entre ellas la posibilidad de que oficiales de las fuerzas de seguridad chechenas hubiesen asesinado a Estemirova por sus artículos periodísticos sobre violaciones de los derechos humanos en los cuales estaban implicados. Sin embargo, la hipótesis en que desde entonces los investigadores se han concentrado atribuye el crimen a rebeldes integristas chechenos, que habían asesinado a la periodista “para desacreditar a las estructuras de gobierno de la República Chechena”, según el expediente del caso –una teoría que se desploma ante el peso del escrutinio–.
Según esta hipótesis, el móvil del asesinato de Estemirova fue un artículo sin firma publicado por Memorial que apuntaba al líder rebelde Alkhazur Bashayev, residente del pueblo checheno de Shalazhi, como una persona encargada de reclutar nuevos combatientes. De ser cierta la hipótesis de los investigadores, Bashayev, mientras huía con un grupo de rebeldes por las montañas chechenas, leyó el artículo, identificó a Estemirova como la autora, descubrió su paradero, la secuestraron una mañana en presencia de testigos, la sacaron de Chechenia en un auto y cruzaron varios puestos de control de la policía en la frontera, y la ejecutaron en Ingushetia, una curiosa opción si el objetivo de Bashayev era desacreditar al gobierno checheno, según afirman los investigadores.
La acusación contra Bashayev se basa en el arma del asesinato, una pistola neumática adaptada para disparar balas normales, que fue hallada en extrañas circunstancias en la casa deshabitada de Bashayev en el pueblo de Shalazhi, junto con una tarjeta de identificación de la policía con la foto de Bashayev. Expertos forenses de la policía descubrieron posteriormente que la identificación era falsa y que le habían pegado la foto de Bashayev.
En 2011, los colegas de Estemirova en Memorial, Novaya Gazeta y la Federación Internacional para los Derechos Humanos publicaron una investigación independiente titulada “Dos años después del asesinato de Natalya Estemirova: una investigación por el camino equivocado.” El informe resaltaba las discrepancias en la investigación oficial del crimen, entre ellos la evidencia recabada en el auto presuntamente empleado en el crimen, que no mostraba indicios de forcejeo; y la repentina renuencia a esclarecer el papel de la policía chechena, cuya implicación en una ejecución pública Estemirova había investigado antes de que la mataran.
De acuerdo con la documentación que fue divulgada a la familia de la periodista, al comienzo de la investigación los investigadores obtuvieron muestras de ADN de las uñas de Estemirova, quien al parecer había forcejeado con los secuestradores y asesinos. Las pruebas de ADN vincularon las muestras a cuatro sujetos que aún no han sido identificados. No obstante, a esa pista nunca se le dio seguimiento. Los colegas de Estemirova luego descubrieron, mediante una investigación independiente, que ninguna de las muestras de ADN recolectadas de las uñas de Estemirova coincidían con el ADN del principal sospechoso de los investigadores, Alkhazur Bashayev.
Estemirova se ganó numerosos enemigos entre la dirigencia chechena, quienes gozan del apoyo del actual presidente y entonces primer ministro Vladimir Putin, y los colegas de la periodista han exigido que se investigue a los líderes del gobierno checheno en calidad de posibles autores intelectuales del crimen. En una declaración publicada en Internet en la época del asesinato de Estemirova, el director de Memorial, Oleg Orlov, afirmó que el presidente checheno, Ramzan Kadyrov, había amenazado a la periodista. “Ramzan ya había amenazado a Natalya, la había insultado y la consideraba enemigo personal. Él ha hecho que sea imposible que los activistas de derechos humanos trabajen en Chechenia”, sostuvo Orlov.
Kadyrov negó toda responsabilidad y demandó a Orlov por el delito de difamación.
Los colegas de Natalya Estemirova han pasado cinco años impugnando el rumbo de la investigación oficial. Han logrado algunos avances en cuanto a obligar al Comité Investigativo a indagar a las autoridades chechenas por su posible complicidad en el asesinato. Después de que el informe independiente de 2011 fue enviado al presidente Medvedev y al Comité Investigativo, el principal investigador Sobol emitió 20 órdenes para extraerles muestras de sangre a policías chechenos con el fin de compararlas con las muestras de ADN de los sospechosos del asesinato, en particular las de aquellos agentes de la policía cuyos nombres Estemirova había mencionado en sus artículos sobre secuestros, torturas y ejecuciones públicas.
Lamentablemente, la eficiencia de los esfuerzos del comité es muy limitada. A los representantes de la víctima se les ha negado el acceso a todos los archivos del expediente del caso desde que comenzó la investigación. Las declaraciones oficiales sobre avances en la investigación han sido escasos. El más reciente data de julio de 2013 y afirmaba que los investigadores todavía creían que el rebelde checheno Bashayev era el único sospechoso del asesinato. El caso Estemirova no aparece en la lista de casos prioritarios colocada en el sitio web del Comité Investigativo, y es evidente que su seguimiento ya no está personalmente a cargo del titular de Bastrykin.
En julio de 2014, ningún alto funcionario del gobierno ruso conmemoró en público el quinto aniversario de este horrendo crimen.