Por Carlos Lauría |
Aprovechando la distracción del mundo con la guerra en Irak, el gobierno cubano lanzó una ofensiva sin precedentes contra la prensa independiente, arrestando en las últimas semanas a 25 periodistas y al menos 50 disidentes políticos. No obstante enfrentar una represión sistemática por parte del gobierno, la prensa independiente cubana, que realiza su trabajo en franco desafío a una legislación que restringe en forma severa la libertad de expresión y de prensa, se ha fortalecido en los últimos años.
Durante el 2002, cinco periodistas fueron asesinados por su trabajo en América Latina. Aunque igualmente intolerable, es la cifra más baja registrada en la última década, de acuerdo a la lista elaborada por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). Esto ese debe, al menos en parte, a una mayor conciencia internacional en temas de libertad de prensa. En los últimos años los enemigos de la libertad de expresión adoptaron un enfoque más sofisticado que incluye el hostigamiento judicial y el retiro de avisos de la pauta publicitaria a los medios críticos.
En toda la región, con aristas particulares como el caso de Panamá donde casi el cincuenta por ciento de la fuerza laboral de prensa fue objeto de procesos por calumnias o injurias, funcionarios del gobierno y figuras del poder utilizan una variedad de leyes anacrónicas contra la prensa para reprimir las opiniones críticas. La democratización de América Latina no ha estado acompañada por reformas judiciales y legislativas necesarias para institucionalizar la protección a la libertad de prensa.
La excesiva concentración de medios en unos pocos conglomerados de prensa es otro factor que contribuye a dañar la libertad de expresión y socava la posibilidad de alcanzar pluralismo informativo. La cobertura informativa está, con frecuencia, basada en la visión ideológica y económica de los dueños de los medios, que utilizan a sus empresas periodísticas como método para obtener poder político.
Colombia es una amenaza permanente para los periodistas de la región. Más de treinta periodistas fueron asesinados en la última década. Las guerrillas de izquierda y las fuerzas paramilitares de derecha acosan en forma constante a la prensa. El fracaso del gobierno para encontrar a los responsables de los reiterados atentados, ha generado un clima de impunidad y obligado a muchos periodistas a huir del país.
En Haití los periodistas son víctimas de ataques cada vez más frecuentes y violentos, en un contexto volátil e inestable. Asesinatos no esclarecidos, ataques sin resolver y la pasividad casi absoluta del gobierno, incapaz de brindar garantías mínimas para que los profesionales de prensa puedan desarrollar su trabajo sin ser acosados, han creado un clima de total impunidad y obligado a varios periodistas a buscar refugio en otros países.
En Venezuela los medios han abandonado la neutralidad para convertirse en unos de los principales opositores al gobierno. En esta batalla entre los medios y el gobierno del presidente Hugo Chávez, la mayoría de los periodistas se encuentran en el medio y son objeto de ataques permanentes. La grave crisis política en un contexto de extrema polarización ha conducido a la intolerancia, multiplicando así el riesgo para los periodistas.
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Carlos Lauría es Coordinador de las Américas del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).