El alcance de la vigilancia digital de la Agencia Nacional de Seguridad plantea dudas sobre el compromiso de Estados Unidos con la libertad de expresión en la Internet. Por Joel Simon
En su estilo tajante, la edición en inglés del periódico de China People’s Daily proclamó en un editorial en agosto de 2012 que Estados Unidos debe ceder el control de la Internet. “La Internet se ha convertido en uno de los recursos más importantes del mundo en pocas décadas, pero el mecanismo que gobierna un recurso internacional tan importante sigue bajo el dominio de una organización del sector privado y de un único país,” observó el periódico.
China no es el único país con esta visión. Un grupo de países que restringen el uso de Internet–incluyendo a Rusia, Irán, Arabia Saudita y países de África y Oriente Medio–formaron una coalición internacional que insta a las Naciones Unidas a tomar el mando de la Internet.
El argumento chino que sostiene que la estructura de la Internet sirve a los “intereses hegemónicos” de Estados Unidos fue considerado durante mucho tiempo por la comunidad internacional como “cínico e hipócrita”, afirmó Dan Gilmor, autor y experto en temas de la Internet, dado que la política estadounidense ha respaldado y promovido la libertad de expresión en la red, mientras que China erigió un masivo y sofisticado sistema de control en la Internet.
Pero las crecientes revelaciones sobre el alcance del espionaje llevado a cabo por la Agencia Nacional de Seguridad plantean dudas sobre el compromiso de Estados Unidos. Los documentos filtrados por el ex contratista de la NSA Edward Snowden muestran que algunos de los programas de espionaje de Estados Unidos operaban con apoyo técnico de empresas de tecnología sujetas a la jurisdicción de Estados Unidos. La NSA aprovechó el hecho de que casi todas las comunicaciones en línea pasan a través de servidores y conmutadores que están en Estados Unidos y que absorben una gran parte de las comunicaciones globales. La agencia puso la mira específicamente en algunos gobiernos, incluyendo aliados como Brasil, cuya presidenta, Dilma Rousseff, consideró una grave ofensa la interferencia de su correspondencia personal.
Al usar su ventaja tecnológica y el control indirecto sobre la Internet para llevar a cabo una operación de vigilancia global a una escala sin precedentes, afirmó Gilmor al CPJ, “Estados Unidos abusó de su posición y ofreció artillería pesada a regímenes represivos para poder ejercer todavía más control”.
China ha discutido durante mucho tiempo que la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) administrada por Naciones Unidas debe asumir la autoridad en el establecimiento de las normas técnicas que actualmente residen en la Corporación para la Asignación de Números y Nombres en Internet (ICANN, por sus siglas en inglés), un cuerpo cuasi-privado con sede en Los Ángeles que opera con licencia del Departamento de Comercio de Estados Unidos. El editorial del People’s Daily apuntó a marcar el escenario para la última reunión de la UIT, que tuvo lugar en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, en diciembre de 2012. En dicha reunión, una coalición de países africanos y de Medio Oriente presentó un acuerdo para que el manejo de Internet se transfiera al control de la UIT.
Estados Unidos y las naciones europeas trabajaron con fervor en contra de dicha propuesta y finalmente más de 50 países, incluyendo a todos los miembros con derecho a voto de la UE, se negaron a firmarla. Pero posteriormente en la coalición Estados Unidos/Unión Europea surgieron muchas tensiones a causa de las revelaciones de Snowden. Los europeos, que valoran mucho la privacidad, se mostraron indignados al enterarse de que sus datos personales habrían sido espiados por la NSA. Los líderes europeos reaccionaron con ira ante el alcance de la operación de vigilancia; hubo funcionarios alemanes que expresaron que el espionaje les “recordaba a la Guerra Fría” y el Ministerio de Asuntos Exteriores francés convocó al embajador de Estados Unidos para presentarle una queja formal.
“La credibilidad de los Estados Unidos como líder global en materia de libertad de expresión y derechos humanos se vio, sin duda, dañada por las revelaciones de la NSA”, afirmó ante el CPJ Marietje Schaake, miembro del Parlamento Europeo y líder en temas de libertad en la Internet.
La naturaleza descentralizada de la Internet, que dificulta mucho más la censura o el control, es una gran fortaleza para los periodistas y para quienes están comprometidos con el libre flujo de información y de ideas. Pero si uno cree, como el caso de China, que la soberanía nacional supera el derecho individual a la libertad de expresión, entonces la actual estructura de Internet no sólo socava la autoridad estatal, sino que también impone los estándares de Estados Unidos sobre libertad de expresión en todo el mundo.
Tal fue el argumento que se desarrolló en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2012 como secuela del video “Inocencia de los Musulmanes”. Luego de que el Presidente Obama indicara que la censura era “obsoleta” y describiera la libertad de expresión como un “ideal universal”, el entonces Presidente egipcio Mohamed Morsi expresó su desacuerdo, al declarar que Egipto no respeta la libertad de expresión “que toma como blanco a una religión específica o a un cultura específica”. Sus opiniones fueron apoyadas por otros líderes.
El respaldo de la ex secretaria de Estado Hillary Clinton al “derecho a conectarse” durante un emblemático discurso en el Newseum en enero de 2010 fue inicialmente proclamado por los defensores de la libertad en la Internet como un paso positivo. Pero con las secuelas del escándalo de la NSA, no parece tan estimulante. Muchos gobiernos se muestran escépticos del apoyo de Estados Unidos a la libertad digital y creen que su compromiso con la libre expresión y asociación se refiere, en realidad, al uso de la Internet para ejecutar un “cambio de régimen” e instalar a los gobiernos favorables a los intereses de Estados Unidos.
Irán, bajo el gobierno del presidente Mahmoud Ahmadinejad, anunció planes para crear una Internet “halal” cerrada a la World Wide Web. En marzo de 2012, el miembro de la Duma rusa Aleksey Mitrofanov, jefe del Comité Parlamentario sobre Políticas de Información, anunció una nueva legislación para restringir la libertad de expresión en la Internet. “Ha finalizado la era de la Internet absolutamente libre en Rusia”, declaró. Desde entonces, los tribunales de ese país han clausurado sitios de la red críticos–a un sitio de noticias en la Internet se le quitó la licencia por mostrar videos con “lenguaje obsceno”–y el principal bloguero del país, Aleksei Navalny, fue condenado por acusaciones fabricadas de soborno.
Utilizando poderosas computadoras y gran perspicacia técnica, la NSA descifró los códigos de encriptación, permitiéndole al gobierno de Estados Unidos acceder a casi todo lo que transita en la Internet, según un informe de ProPublica. Esto le dio a Estados Unidos una enorme ventaja estratégica, ya que en general se cree que es el único país del mundo que cuenta con esta capacidad. Mientras aún se desconoce el verdadero alcance del espionaje de las comunicaciones, Estados Unidos hackeó las comunicaciones internas al menos de un medio de prensa, según un informe en Der Spiegel. Citando documentos filtrados por Snowden, la revista alemana informó que Estados Unidos accedió a las comunicaciones internas de la cadena Al-Jazeera en 2006.
Tanto Alemania como Brasil indicaron que impondrán mayor control a sus redes locales de Internet. Deutsche Telekom, que es parte propiedad del gobierno, está buscando una alianza con otros proveedores alemanes de Internet para proteger a la red alemana de posibles interferencias extranjeras. El Congreso alemán, mientras tanto, está considerando sancionar leyes que exigirían que las compañías de Internet que operan en ese país almacenen sus datos en servidores locales, una propuesta a la que se oponen las compañías internacionales de comunicaciones y tecnología, que afirman que dicho sistema se volvería prohibitivamente oneroso.
Brasil también está promoviendo un nuevo acuerdo en la ONU para salvaguardar la privacidad. Al hablar en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2013, la Presidenta Dilma Rousseff afirmó que Brasil “presentaría propuestas para establecer un marco multilateral civil para administrar y usar la Internet y asegurar la efectiva protección de los datos que viajan a través de la red”. Eduardo Bertoni, quien dirige un centro global para la libertad de expresión en la Universidad de Palermo en Buenos Aires, Argentina, exhortó a Brasil a “adoptar acciones concretas en apoyo a las palabras de Rousseff” incluyendo el repudio del tratado de la UIT, que Brasil firmara.
La internacionalización de la gobernanza de Internet no es, de ninguna manera, algo inherentemente malo. De hecho, quienes proponen el actual “modelo con múltiples partes interesadas” para administrar la Internet también instan a limitar el rol de Estados Unidos. En una conferencia llevada a cabo en octubre de 2013 en Montevideo, Uruguay, los líderes de las organizaciones que coordinan la estructura técnica de Internet convocaron a una “globalización” de las funciones de la ICANN. Los signatarios incluyeron a quien encabeza la ICANN, Fadi Chehadé.
Rebecca MacKinnon, autora de un libro sobre la libertad de expresión en la Internet llamado No sin Nuestro Consentimiento e integrante de la junta directiva del CPJ, señaló que un modelo con múltiples actores interesados, en el cual los representados incluyen gobiernos, compañías y grupos de la sociedad civil que comparten la responsabilidad por el gobierno de la Internet es defectuoso, pero “mejor que ir a la ONU”.
Además agregó que “no demasiados toman hoy con seriedad el rol que Estados Unidos ha intentado preservar como protector de la libertad a la apertura. Si deseamos preservar un modelo de múltiples actores interesados entonces deberá reducirse el poder de Estados Unidos”.
Schaake, del Parlamento europeo, se mostró de acuerdo. “El impacto negativo de la exposición generada por las actividades de la NSA no se limita a los objetivos de la política exterior de Estados Unidos sino que podría también dañar la red de Internet global y abierta, incluyendo al modelo de múltiples actores ya que los gobiernos buscan tener más control,” afirmó Schaake. “Debemos asegurar que los derechos humanos y los principios democráticos sean defendidos en la Internet. Es preocupante que Estados Unidos haya minado su propia credibilidad para impulsar estos esfuerzos”.
Existe riesgo en el ambiente actual de que un debate abierto solamente brinde una plataforma a los países que restringen el uso de la Internet, como China, para que presionen por el control de la ONU. El éxito, aunque improbable, sería catastrófico, según MacKinnon y significaría el fin de la Internet como un recurso global compartido. “En todo el mundo, los países están restringiendo de modo creciente el uso de la Internet mientras intetan mantenerla bajo control del estado”, explicó Gilmor. Afirmó además que esperaba que las revelaciones de Snowden “no aceleren la tendencia, pero temo que eso va a suceder”.
Aunque el gobierno chino argumenta que la libre circulación de información a través de las fronteras amenaza sus intereses soberanos, no tiene objeciones filosóficas en usar a la Internet como herramienta para la vigilancia. El reclamo básico de Beijing es que cuando se trata de espiar en la Internet, Estados Unidos tiene una ventaja injusta.
Durante una reunión que el CPJ organizó en septiembre de 2011 y que reunió a periodistas que trabajan en la línea de fuego, tecnólogos e intelectuales de Silicon Valley, me llamó la atención el comentario al azar de un participante muy informado que sostuvo que la NSA amaba la encriptación porque la agencia estadounidense puede decodificarla y los chinos no pueden. Esta opinión parece haber sido confirmada por las revelaciones de Snowden. El hecho de que el Departamento de Estado estadounidense haya brindado entrenamiento a activistas de todo el mundo sobre el uso de herramientas de comunicación seguras, incluyendo la encriptación y los servidores proxy que la NSA podía monitorear, parece cínico en verdad, no menos desde el punto de vista de los gobiernos de China o Irán.
La masiva operación de piratería informática amparada por China que tuvo como blanco agencias de gobierno de Estados Unidos, cuentas personales de activistas y medios internacionales incluyendo los diarios The New York Times, The Wall Street Journal y la agencia Bloomberg generó la indignación y el disgusto de las organizaciones de libertad prensa internacionales, incluido el CPJ.
Aunque hay una verdadera diferencia entre los esfuerzos específicos enfocados en espiar a periodistas internacionales que realizan las autoridades chinas y el presunto uso de metadatos que usa la NASA para analizar los patrones de comunicación, la operación china de piratería informática parece en la actualidad menos aberrante y más parecida a un esfuerzo por emparejar el campo de juego. El espionaje de la NSA no sólo redujo la autoridad moral de Estados Unidos, sino que también dificultó a la comunidad internacional el debate para determinar si la operación de piratería informática de China queda fuera de las normas internacionales. Después de todo, Google que declaró que se fue de China, en parte, porque los hackers chinos (en consecuencia, con resguardo del gobierno) apuntaban contra los correos electrónicos de activistas, brindó información sobre sus usuarios al gobierno de Estados Unidos con el fin de cumplir con citatorios secretos.
Temerosos del espionaje norteamericano, los países probablemente busquen alternativas a las compañías de Estados Unidos cuando sea posible. Mientras Google y Facebook son los sitios más populares en gran parte del mundo, según un estudio del Oxford Internet Institute, el motor de búsqueda Baidu, que es en parte propiedad del estado, es dominante en China. “Esto significa que la NSA tiene mucho menos alcance en China, al menos a través de las compañías de Estados Unidos”, señaló MacKinnon. “China puede decir, ‘Desde el punto de vista de la seguridad nacional, tomamos la decisión adecuada”.
El ecosistema global de información del cual depende el periodismo internacional exige una Internet abierta que trascienda las fronteras. Las organizaciones globales de medios atienden a una audiencia masiva, pero informar y compartir información es hoy un fenómeno en red, con testigos de los acontecimientos que utilizan redes sociales y otros medios electrónicos para comunicarse directa o indirectamente con periodistas que aportan su información y puntos de vista. El sistema claramente amenaza a los regímenes autocráticos cuyo poder depende de su habilidad para controlar la información, al menos dentro de sus propias fronteras.
Esos gobiernos han incrementado su capacidad técnica para controlar y monitorear la comunicación a lo largo de la última década. Pero sus acciones, en su mayoría, carecían de legitimidad internacional. La operación de espionaje global sin precedentes llevada a cabo por la NSA ha minimizado este estigma. En consecuencia, los periodistas internacionales puedan ver interrumpidas, en los próximos años, sus redes de información globales al tiempo que países alededor del mundo redoblan esfuerzos para censurar y monitorear la comunicación en la Internet. Ya algunas organizaciones de medios han cambiado el modo en que trabajan, incluyendo el Guardian. “No se puede garantizar más el anonimato de una fuente”, afirmó Janine Gibson, que editó los revolucionarios artículos del entonces columnista del Guardian Glenn Greenwald basados en las filtraciones de Snowden. “Es algo escalofriante para los periodistas con los que trabajamos”.
Joel Simon es director ejecutivo del Comité para la Protección de Periodistas. Su libro, Controlling the News, será publicado por Columbia University Press en 2014.