Por Lucy Westcott, directora de Emergencias del CPJ
Amenazas, represión, conflictos e inestabilidad. En todo el mundo, estos factores y otros están forzando a los periodistas a salir al exilio en números récord. En una sorprendente tendencia, los periodistas exiliados o en vías del exilio ahora representan más de la mitad de las personas que reciben ayuda del CPJ. Entre enero y junio de 2024, el CPJ brindó ayuda financiera a 158 comunicadores sociales. De este total, 101 periodistas, el 64 %, habían abandonado sus países de origen o estaban en vías de huir de países como Myanmar, Nicaragua y Sudán. En general, la ayuda del CPJ al contingente de periodistas en el exilio aumentó en 227 % entre 2020 y 2023.
Estas cifras demuestran las urgentes necesidades de los periodistas exiliados, así como la amarga realidad de que el exilio no es el fin de los problemas de un periodista, sino en muchos casos apenas el comienzo.
Salvo que los periodistas tengan doble ciudadanía, un visado previo o la posibilidad de recibir un visado de emergencia, es posible que tengan que permanecer en un país de tránsito mientras buscan asentarse de manera permanente en un tercer país, un proceso que puede demorar meses o años. Además, muchos países de tránsito tienen un pésimo historial en materia de libertad de prensa, lo cual hace que los periodistas exiliados queden en una situación de vulnerabilidad frente a nuevas amenazas. Por último, incluso los que logran llegar a países “seguros”, en muchos casos realmente están desprotegidos, pues luego son víctimas de la represión trasnacional: las autoridades los siguen amenazando a ellos y a sus familias en sus países de origen.
Algunos países de refugio sufren retrocesos democráticos, lo cual tiene implicaciones para los periodistas de esos países y para los exiliados. Como ejemplo está el caso de Georgia. Aunque esta nación no tiene un programa formal de visados de emergencia para periodistas, se ha convertido en un refugio de comunicadores sociales exiliados, muchos de ellos procedentes de Azerbaiyán y Kirguistán, dos países del Asia central cuyos respectivos Gobiernos han reforzado el control sobre los medios de comunicación. En 2024, el CPJ brindó apoyo a 23 periodistas que habían huido a Georgia o estaban planeando huir a ese país, pero ahora una crisis nacional se ha agudizado en Georgia a raíz de la adopción de una “ley de agentes extranjeros”, inspirada en una ley similar rusa, que amenaza con amordazar a los medios.
Desde la creación del Programa de Asistencia a Periodistas del CPJ en 2001, la solicitud más común ha sido ayuda para la reubicación de emergencia. La mayoría de los periodistas no quieren abandonar sus respectivos países, pero en casos extremos que implican un peligro inminente, la muerte o la detención arbitraria, ellos deben huir rápidamente, a veces en cuestión de horas. Sin embargo, existen pocos mecanismos para ayudar a los periodistas que deben huir en poco tiempo, pese a los esfuerzos de los miembros de la Coalición para la Libertad de los Medios (Media Freedom Coalition), un grupo de países comprometidos con la promoción de la libertad de prensa a escala nacional e internacional. Desde hace tiempo el CPJ ha defendido pasos específicos que los Gobiernos pueden dar para ofrecer un refugio seguro mediante visados de emergencia y otras medidas para proteger a los periodistas que huyen tras sufrir represalias por su trabajo. En la comunidad internacional se ha fortalecido el consenso en el sentido de que la oleada represiva global que obliga a los periodistas a salir al exilio debe enfrentarse con una respuesta específica y dirigida: un reciente informe del relator especial de la ONU sobre la libertad de expresión, en el cual el CPJ colaboró, expone el drama de los periodistas exiliados y los peligros que enfrentan, y también contiene recomendaciones para que los Gobiernos, la sociedad civil y los organismos de la ONU brinden ayuda a los periodistas.
Si bien el exilio de los periodistas es una problemática global, Rusia, Irán y Afganistán sobresalen como ejemplos de países que los periodistas abandonan sin por ello dejar de sufrir inseguridad. A continuación, compartimos estudios de caso sobre cada país:
Rusia
Incluso antes de que Rusia invadiera a Ucrania en febrero de 2022, los periodistas rusos ya huían de la represión en su país. Esta tendencia se ha acelerado con la guerra, ya que el Gobierno ruso ha adoptado restrictivas leyes sobre el trabajo de los medios y ha encarcelado a periodistas que se atrevieron a cubrir el conflicto. En 2023, el CPJ prestó ayuda a 74 periodistas rusos exiliados en Letonia, Georgia y otros países europeos, lo que demuestra que los periodistas continúan necesitando ayuda incluso después de haberse asentado en un país supuestamente seguro y solidario.
Los periodistas rusos exiliados son víctimas de una intensa vigilancia. En septiembre de 2023, el CPJ documentó cómo Galina Timchenko, directora del medio digital independiente con sede en Letonia Meduza, fue víctima de un ciberataque con Pegasus, un programa informático de espionaje, desarrollado por la empresa israelí NSO Group, que no necesita que el usuario haga clic en ningún enlace. El CPJ también señaló que dos periodistas rusos exiliados en Letonia, Evgeniy Erlich y María Epifanova, al igual que el periodista letonio Evgeniy Pavlov, habían recibido notificaciones de Apple que los alertaban de que sus móviles habían sido jaqueados por “ciberpiratas que trabajaban al servicio de un Estado”. Un informe publicado en mayo del 2024 por las organizaciones Access Now y Citizen Lab reveló que al menos cinco comunicadores sociales, entre ellos Erlich y Epifanova, habían sido víctimas de un ciberataque con el programa Pegasus. Otros dos periodistas rusos exiliados, presuntamente fueron envenenados en Alemania y Georgia en 2022. El CPJ ha brindado ayuda para superar el trauma a periodistas rusos exiliados que sufren problemas de salud mental por cubrir el conflicto con Ucrania y otras noticias de gran riesgo mientras son amenazados y vigilados.
Las autoridades rusas emplean otros métodos para silenciar a la prensa exiliada: enjuician a los periodistas en ausencia para desacreditar su trabajo. En mayo de 2024, las autoridades rusas le abrieron un proceso judicial a Timchenko por participar en una “organización indeseable”. (En el 2023 Meduza había sido declarada “indeseable”, una medida que en la práctica ilegalizó este medio digital y puso a sus periodistas en riesgo de ser enjuiciados). Rusia también criminalizó a la prensa exiliada mediante la ley de agentes extranjeros, que permitió que las autoridades declararan a periodistas “agentes extranjeros” e impusieran multas y presentaran cargos contra los que no colocaran esa etiqueta a sus medios de prensa ni cumplieran con otros requisitos. En otros países del mundo se han adoptado leyes similares, lo cual ha puesto a muchos más periodistas en una situación de riesgo.
Irán
Irán, uno de los 10 países con la mayor cantidad de periodistas encarcelados en 2023, es un país del cual huyen los periodistas, pero también es un país donde otros periodistas buscan refugio, entre ellos muchos de Afganistán. La violenta y sostenida campaña represiva emprendida en el 2022 contra los medios de prensa a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini, quien había sido detenida por la policía religiosa, agravó el ya asfixiante panorama mediático en Irán. Los periodistas iraníes tienen muchos motivos para salir al exilio: las autoridades allanan las redacciones, arrestan a los comunicadores y los someten a prolongados períodos de prisión preventiva. En los últimos cuatro años, el CPJ ha brindado ayuda para el reasentamiento a 19 periodistas iraníes que huyeron a Turquía, Pakistán, Georgia y varios países europeos.
Los periodistas exiliados iraníes tienen pocas opciones de refugio seguro. Uno de los principales países de reasentamiento, Turquía, no es seguro y también figura en la relación del CPJ sobre los 10 países con la mayor cantidad de periodistas encarcelados en 2023. Turquía también es un refugio para los periodistas que huyen de Afganistán, Siria e Iraq, pero muchos quedan atrapados en una especie de limbo, con frecuencia durante años, sin permiso para trabajar legalmente mientras esperan el visado para viajar a países más seguros.
La amenaza de una deportación forzada sigue al acecho: en 2019, agentes de la inteligencia turca arrestaron a un periodista iraní que se había inscrito como refugiado ante la ONU, y lo extraditaron a Irán, donde terminó en la cárcel. (Poco antes Irán y Turquía habían fortalecido la cooperación en materia de seguridad fronteriza y seguridad pública). En una entrevista ofrecida en 2021, un periodista iraní exiliado en Turquía describió la vida en el exilio como “llena de temores y preocupaciones”.
Incluso en países “seguros”, los periodistas iraníes enfrentan amenazas contra su integridad física. En abril de 2024, el periodista Pouria Zeraati fue apuñalado afuera de su vivienda en Londres. El más reciente en una oleada de ataques trasnacionales, el ataque contra Zeraati ocurrió después de que a finales del 2023 se descubriera un complot para asesinar a los presentadores de noticias Sima Sabet y Fardad Farahzad en Londres. En 2021, en Estados Unidos, el FBI descubrió un complot para secuestrar a la activista y periodista Masih Alinejad. A menudo las familias de los periodistas iraníes exiliados sufren represalias en Irán.
Afganistán
Los periodistas afganos que huyen de la violenta campaña gubernamental contra los medios tienen pocas opciones. Cientos de periodistas han abandonado el país en los tres años transcurridos desde que los talibanes volvieran a asumir el poder, en 2021, y comenzaran a atacar y encarcelar periodistas. Desde el regreso de los talibanes al poder, el CPJ ha ayudado a más de 100 periodistas afganos exiliados a reasentarse.
Los periodistas afganos por lo general tienen muchas dificultades para recibir visados a países seguros, y la mayoría huye a naciones vecinas como Pakistán e Irán, que ofrecen poca ayuda, poca seguridad y pocas oportunidades para el reasentamiento. Pakistán, al igual que Irán, no es un ambiente seguro para la prensa, y en la actualidad los periodistas pakistaníes son víctimas de una nueva ola de violencia. El CPJ documentó atentados con armas de fuego contra tres periodistas en dos incidentes distintos en mayo, a continuación del asesinato de cuatro periodistas pakistaníes ese mismo mes, la mayor cantidad de periodistas de ese país asiático que han muerto en un solo mes desde que el CPJ comenzó a recopilar estadísticas en 1992.
En abril, el periodista afgano exiliado Ahmad Hanayesh, quien era propietario de dos radioemisoras antes de huir a Pakistán, resultó herido en la cabeza y en un pie en un atentado perpetrado por dos pistoleros que iban en motocicleta. Los periodistas que huyeron de Afganistán a Pakistán después de que los talibanes regresaran al poder en 2021, comúnmente hacen frente al hambre, la falta de oportunidades laborales y la amenaza de deportación conforme sus visados vencen sin forma de renovarlos.
Mientras los talibanes arremeten contra la prensa, cerrando medios audiovisuales y deteniendo a periodistas radiales por poner música y hablar con mujeres que llaman a la radio, los afganos viajan miles de kilómetros para escapar de la muerte, la violencia y la represión. Algunos afganos incluso han intentado cruzar la peligrosa región del Darién, que une a Centroamérica con Sudamérica, para tratar de encontrar refugio seguro en Estados Unidos. Afganistán también es uno de los principales siete países de origen de los refugiados que cruzan el canal de la Mancha en pequeñas embarcaciones, según el Consejo de Refugiados del Reino Unido.
Mientras no se creen más vías seguras para proteger a los periodistas del peligro inmediato, no se ofrezcan más visados de emergencia y no se tome en serio la amenaza de la represión trasnacional, los periodistas exiliados continuarán sus peligrosas travesías, y es probable que sigan enfrentando amenazas cuando lleguen a un destino que debería ser un lugar seguro.