Por el Programa de África del CPJ
Cuando en noviembre de 2023 las autoridades arrestaron a Belay Manaye, amigo de Belete Kassa y junto con él presentador de un noticiero, y se lo llevaron al remoto campamento militar de Awash Arba, conocido como el “Guantánamo del desierto”, Belete temió que él sería el próximo.
En 2020 los dos periodistas habían fundado el canal de YouTube Ethio News, que dio una amplia cobertura al conflicto que estalló entre las fuerzas federales y la milicia Fano en la populosa región de Amhara en abril de 2023, un paso arriesgado en un país cuyos gobernantes tienen un largo historial de silenciar a la prensa independiente.
Belay cayó en una oleada represiva contra la prensa, después de que el Gobierno declarara el estado de emergencia en agosto de 2023 en respuesta al conflicto.
Luego de permanecer oculto por varios meses, Belete decidió salir del país cuando un familiar le contó que el Gobierno había dictado una orden de arresto contra él.
“La libertad de expresión en Etiopía no solamente ha muerto, sino que está enterrada”, escribió Belete el 15 de marzo en su publicación de despedida en Facebook. “Dejar atrás a un colega en un centro de detención en el desierto, al igual que a la familia y al país de uno, para solicitar asilo, causa un dolor inmenso”. (Belay y otros periodistas fueron liberados este mes con el fin del estado de emergencia).
El camino de Belete hacia el exilio ha sido recorrido por decenas de periodistas etíopes que se han visto obligados a huir del hostigamiento y la persecución en un país cuyo Gobierno ha ejercido un férreo control sobre los medios desde hace tiempo. Durante varias décadas, el CPJ ha documentado en Etiopía ciclos de represión y exilio vinculados con la cobertura de acontecimientos como las protestas que estallaron luego de las elecciones parlamentarias del 2005 y la campaña de censura que las autoridades emprendieron contra medios y blogueros independientes antes de los comicios de 2015.
En 2018, la prensa etíope disfrutó de una breve luna de miel. Todos los periodistas detenidos fueron liberados y cientos de medios digitales fueron amnistiados cuando Abiy Ahmed se convirtió en primer ministro.
Sin embargo, desde la guerra civil que libraron rebeldes de la región de Tigray y el Gobierno federal entre el 2020 y el 2022, a lo cual siguió en el 2023 el conflicto en la región de Amhara, el CPJ ha documentado el rápido regreso a un panorama mediático hostil, caracterizado por las detenciones arbitrarias y la expulsión de periodistas extranjeros.
Según datos del CPJ, al menos 54 periodistas y trabajadores de medios etíopes han salido al exilio desde 2020, y al menos 30 de ellos han recibido ayuda de emergencia del CPJ. La mayoría de estos comunicadores huyeron a países africanos vecinos, mientras que algunos se dirigieron a Europa y Norteamérica. En mayo y junio de 2024, el CPJ entrevistó a algunos de estos periodistas exiliados para conocer sus experiencias. La mayoría de ellos le pidieron al CPJ que no revelara ni cómo habían escapado de Etiopía ni su paradero actual, y algunos pidieron el anonimato, pues temían por su propia seguridad y por la de los familiares que quedaron atrás.
Para conocer la versión del Gobierno, el CPJ envió un mensaje al portavoz gubernamental Legesse Tulu por una aplicación de mensajería, y envió un correo electrónico al despacho del primer ministro, pero no recibió ninguna respuesta.
En ‘arresto domiciliario’ debido a las amenazas de muerte
Guyo Wariyo, un periodista del canal por satélite Oromia Media Network, fue detenido por varias semanas en 2020 mientras el Gobierno intentaba sofocar las protestas por la muerte del cantante oromo Hachalu Hundessa. Las autoridades trataron de vincular el asesinato del músico con la entrevista que Guyo le había hecho la semana anterior y que incluía preguntas sobre las opiniones políticas del cantante.
Cuando fue liberado, Guyo quería abandonar el país, pero salir no era fácil. Según Guyo, las primeras tres veces que fue al Aeropuerto Internacional Bole de Adís Abeba, agentes de la inteligencia nacional y el servicio de seguridad le impidieron que abordara un avión, con el argumento de que su nombre estaba en una lista gubernamental de individuos que tenían prohibido salir del país.
Finalmente, Guyo pudo abandonar el país a finales de 2020; pero, más de tres años después, todavía no se siente seguro.
Guyo afirma que en el exilio lo han amenazado de muerte individuos que para él están vinculados con el Gobierno etíope. El periodista dijo haber recibido amenazas lo mismo por las redes sociales que por llamadas locales y del extranjero, y una persona que lo llamó incluso mencionó el nombre de su vecindario.
“Puedo calificar mi situación de arresto domiciliario”, aseguró Guyo, quien pocas veces sale a la calle o habla con amigos y familiares en Etiopía, por si acaso sus conversaciones son vigiladas.
La represión trasnacional es un riesgo creciente a escala mundial. Desde hace tiempo, el Gobierno etíope ha cruzado las fronteras para capturar a refugiados y solicitantes de asilo en países vecinos como Kenia, Uganda, Somalia y Sudán del Sur, y hasta ha tomado represalias contra ciudadanos suyos que viven en países más lejanos, inclusive con programas informáticos de espionaje.
Los periodistas entrevistados por el CPJ aseguraron que temen la represión trasnacional, y ofrecieron como ejemplo el regreso forzado desde Yibutí, en 2023, del periodista de The Voice of Amhara Gobeze Sisay, quien fue acusado de terrorismo. Gobeze continúa preso a la espera de juicio y podría recibir la pena de muerte.
“Sabemos que históricamente el servicio de inteligencia etíope ha estado activo en el África oriental y hay antecedentes de personas que han sido atacadas aquí en Kenia”, declaró al CPJ Nduko o’Matigere, director de la región de África en PEN International, la asociación mundial de escritores que defiende la libertad de expresión.
Varios de los periodistas exiliados en África expresaron que no creían que sus respectivos países de refugio pudieran protegerlos de los agentes de la Seguridad etíope.
“La sombra del miedo y la amenaza siempre está presente”, señaló un periodista al referirse al breve período que vivió en África oriental antes de asentarse en Estados Unidos.
‘Nos quedamos muy asustados’
Woldegiorgis Ghebrehiwet Teklay se sintió en peligro en Kenia, país al que huyó en diciembre de 2020 tras el arresto de un compañero de trabajo del ya desaparecido Awlo Media Center.
Al igual que Guyo, el primer intento de Woldegiorgis por salir del país por Adís Abeba fracasó. Los agentes de seguridad del aeropuerto lo interrogaron sobre su trabajo y su origen étnico, y lo acusaron de traicionar al país con su trabajo periodístico, y luego le ordenaron regresar a casa y esperar una semana mientras lo investigaban.
Cuando Woldegiorgis finalmente llegó a la capital de Kenia, se asoció con otros periodistas etíopes exiliados para fundar Axumite Media. Sin embargo, entre noviembre de 2021 y febrero de 2022, Axumite Media se vio obligada a disminuir sus actividades, publicar con menor frecuencia y reducir la visibilidad de sus periodistas, ya que debió hacer frente a preocupaciones financieras y de seguridad, particularmente después de que dos sujetos secuestraran a un empresario etíope que viajaba en su auto durante la hora pico de tráfico nocturno en Nairobi.
“Puede haber sido una coincidencia, pero después de que el empresario fuera secuestrado en plena vía pública, nos quedamos muy asustados”, aseguró Woldegiorgis, quien se mudó a Alemania al año siguiente al recibir una beca para académicos en riesgo, y volvió a lanzar el medio digital, esta vez con el nombre de Yabele Media.
‘Un enemigo del Estado’
En el 2022 Tesfa-Alem Tekle informaba para el Nation Media Group, con sede en Nairobi, cuando tuvo que huir, luego de haber estado detenido por casi tres meses bajo sospecha de tener vínculos con rebeldes tigrinos.
El periodista siguió colaborando con el semanario The EastAfrican de Nation Media Group en el exilio hasta 2023, cuando alguien deslizó una amenaza de muerte por debajo de su puerta.
“Deja de difundir en los medios mensajes que humillan y manchan a nuestro país y la imagen de nuestro Gobierno”, decía la amenaza, escrita en amhárico, a la cual el CPJ tuvo acceso. “Si continúas siendo un enemigo del Estado, te advertimos por última vez que tomaremos medidas definitivas contra ti”.
Tesfa-Alem se mudó a otras viviendas, denunció la amenaza a la Policía y tenía la esperanza de que pronto le ofrecieran protección en otro país. No obstante, más de dos años después de salir al exilio, permanece en un limbo, a la espera de conocer el resultado de su solicitud de reasentamiento.
El año pasado, solamente 158.700 refugiados en todo el mundo fueron reasentados en terceros países, lo cual representa una cifra mínima de la necesidad, de acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR. Esa cifra incluye a 2289 refugiados etíopes, declaró al CPJ por correo electrónico la vocera global de la ACNUR, Olga Sarrado Mur. La necesidad es cada vez más creciente: “La ACNUR calcula que casi tres millones de refugiados necesitarán reasentarse en 2025, entre ellos más de 8600 procedentes de Etiopía”, precisó Sarrado Mur.
“Lamentablemente, hay muy pocos lugares para el reasentamiento en todo el mundo, aparte de ser una intervención que les salva la vida a los refugiados en riesgo”, agregó Sarrado Mur.
Sin una fuente de ingresos estable, aseguró Tesfa-Alem, él vivía en “condiciones terribles” y debía varios meses de alquiler.
“El estrés, la falta de libertad de movimiento y las razones económicas: todos estos motivos me llevaron a la depresión y hasta pensé en regresar a mi país para afrontar las consecuencias”, señaló el periodista, expresando la frustración de todos los periodistas que hablaron con el CPJ sobre las dificultades y retrasos que experimentaron con el sistema de asilo.
‘Ningún agente de la Seguridad de Etiopía tocará a mi puerta’
La mayoría de los periodistas entrevistados por el CPJ contaron que atravesaron grandes dificultades para volver a ejercer el periodismo. Algunos afortunados lo han logrado.
Yayesew Shimelis, fundador del canal de YouTube Ethio Forum, cuya cobertura criticaba al Gobierno etíope, fue arrestado numerosas veces entre el 2019 y el 2022.
En el 2021, el periodista estuvo detenido 58 días, entre decenas de comunicadores y trabajadores de medios que estaban incomunicados en Awash Sebat, otro remoto campamento militar en el estado etíope de Afar. El año siguiente, fue secuestrado por sujetos que entraron a la fuerza a su casa, le vendaron los ojos y lo detuvieron en un lugar desconocido por 11 días.
“Mis únicas dos opciones eran vivir en mi amado país sin ejercer mi amada profesión, o abandonar mi país y ejercer mi amada profesión”, Yayesaw declaró al CPJ.
Según Yayesaw, en el 2023, en el aeropuerto internacional de Adís Abeba, él fue interrogado durante dos horas sobre su destino y el propósito de su viaje. El periodista les dijo a los funcionarios que iba a asistir a una boda y prometió regresar en dos semanas. Cuando su vuelo despegó, Yayesaw quedó abrumado por la sensación de alivio y tristeza de estar “súbitamente perdiendo mi país”.
“Estaba llorando, literalmente llorando, cuando el avión despegó”, recordó. “La gente en el avión pensó que yo iba a un funeral”.
En el exilio, Yayesew se siente “libre”. Él continúa dirigiendo Ethio Forum e incluso publicó un libro sobre el primer ministro Abiy este mismo año.
“Ahora estoy completamente seguro de que ningún agente de la Seguridad de Etiopía tocará a mi puerta la mañana siguiente a la publicación de un artículo crítico”, explicó.
En cambio, para Belete, a tres meses de su escape, semejante paz continúa siendo un sueño distante.
El periodista afronta dificultades para pagar el costo de los alimentos y del alquiler, y se pregunta en quién puede confiar.
“Cuando salí de mi país, aunque esperaba desafíos, no estaba preparado para lo duro que sería”, expresó Belete.
Belete dice que es difícil informar sobre Etiopía desde el extranjero, y que a veces debe escoger entre hacer el trabajo que ama y hacer otro trabajo para ganarse la vida.
“Me encuentro en un estado de profunda incertidumbre sobre mi futuro”, aseguró Belete. “Estoy atrapado entre la aspiración de seguir mi carrera de periodista y la necesidad de vivir una vida ordinaria para garantizar mi subsistencia”.