‘Las amenazas nos siguen a la casa’: Una encuesta describe en detalle los riesgos que enfrentan las periodistas en Estados Unidos y Canadá

Periodistas trabajan durante un panel para una serie de televisión en Beverly Hills, California, en agosto de 2016. Las periodistas y los periodistas de género no conformista de Estados Unidos y Canadá afirman que necesitan más capacitación sobre cómo enfrentar el acoso y las amenazas. (Reuters/Mario Anzuoni)

Periodistas trabajan durante un panel para una serie de televisión en Beverly Hills, California, en agosto de 2016. Las periodistas y los periodistas de género no conformista de Estados Unidos y Canadá afirman que necesitan más capacitación sobre cómo enfrentar el acoso y las amenazas. (Reuters/Mario Anzuoni)

Por Lucy Westcott, titular de la beca James W. Foley del CPJ

Si usted le pregunta a alguna periodista si ha experimentado acoso o problemas de seguridad durante una cobertura, es muy probable que ella tenga una historia que contarle.

Cuando en el transcurso del año encuesté a periodistas de sexo femenino y de género no conformista de Estados Unidos y Canadá sobre sus opiniones y experiencias, las encuestadas recordaron insinuaciones sexuales no deseadas, mensajes telefónicos en que las amenazaban con violarlas o agredirlas, y cómo las amenazas de un lector molesto pusieron de relieve la falta de planificación de emergencia por parte de una Redacción. Las encuestadas también se refirieron al desgaste mental ocasionado por tener que enfrentar tales ataques.

La encuesta —parte de mis investigaciones como titular de la beca James W. Foley del CPJ— se proponía destacar las principales cuestiones y asesorar la formulación de nuevas recomendaciones como parte del kit de seguridad del Departamento de Respuesta ante Emergencias del CPJ, que consiste en recursos dirigidos a periodistas que están en el terreno.

Con base en los hallazgos de la encuesta, el CPJ ha divulgado recomendaciones de seguridad adicionales sobre cómo protegerse mejor en la Internet, lo cual incluye maneras de eliminar la información personal de la Internet para evitar el doxing, que es la divulgación pública de datos personales, como el número telefónico o la dirección particular, que facilitan identificar y acosar a alguien; información para las periodistas que trabajan solas en las coberturas; y consejos sobre cómo proteger la salud mental en caso de un ataque digital.

La encuesta halló que:

Las respuestas respaldan los hallazgos del CPJ y de otras organizaciones defensoras de la libertad de prensa respecto a cómo las periodistas han sido las más afectadas por el acoso. También arrojan luz sobre los riesgos que enfrentan las periodistas en dos países que históricamente no se consideran hostiles al ejercicio del periodismo, y cómo muchas periodistas sienten que sus Redacciones están mal preparadas para enfrentarse a las amenazas y prevenirlas.

Muchas encuestadas expresaron que querían que sus compañeros y directivos entendieran el impacto del acoso. Una periodista digital que respondió la encuesta afirmó: “Las amenazas nos siguen a la casa”. Otra simplemente deseaba que sus compañeros supieran “que está sucediendo”.

Metodología

La encuesta tuvo una amplia distribución durante cinco semanas mediante correo electrónico, el boletín del CPJ, The Torch, organizaciones aliadas y las redes sociales. En total, respondieron 115 periodistas —con experiencia que iba desde los seis meses hasta 37 años en el periodismo—. El 50 % ocupaba plazas en un plantel y el 33 % eran periodistas freelance. El resto era una mezcla de contratistas, profesoras y académicas de periodismo o estudiantes de periodismo. Cerca de la mitad de ellas eran periodistas digitales, pero también respondieron fotógrafas, productoras, editoras, periodistas audiovisuales, editoras de redes sociales, directoras generales y directoras de Noticias.

A continuación se ofrecen resúmenes de respuestas de la encuesta y entrevistas de seguimiento con algunas de las periodistas, sobre la seguridad digital, física y sicológica. Algunos nombres no se divulgan para evitar que las encuestadas reciban más acoso.

Seguridad digital

“Deseo que mis compañeros periodistas supieran cuán generalizado es este problema, que basta con ser una mujer en la Internet para convertirse en blanco”.
Respuesta a la encuesta de una periodista digital de Wisconsin.

El acoso digital fue identificado como el mayor problema para las periodistas, y las amenazas de utilizar la violencia o causar daño provenían de troles, el público, lectores, oyentes y espectadores. El acoso iba desde mensajes sexuales no solicitados enviados por las redes sociales hasta amenazas de agresión, violación y muerte.

“Las fuentes se comunicaban conmigo por las redes sociales para invitarme a salir, aparte del acoso habitual que recibía en los comentarios de Facebook”, declaró Lauren, una periodista digital e impresa de Nueva Inglaterra. Ella solicitó que la identificaran por su nombre solamente, para proteger su privacidad. “Es difícil para las mujeres enfrentarse al acoso en cualquier entorno porque hemos sido socializadas para ser ‘agradables’. También existe el miedo de perder una fuente si le señalas el comportamiento. Muchas veces tenemos que aguantarlo”.

Como muchas otras encuestadas, Lauren, quien cubre el Gobierno local, la educación y los negocios, dijo que ha dejado de usar las redes sociales. Ella se salió de Facebook, en lo personal y lo profesional, para alejarse de la “animosidad que enfrentaba al publicar artículos y videos”.

Los hallazgos de la encuesta sobre el acoso digital reflejan las investigaciones de otras organizaciones sin fines de lucro. Un estudio divulgado en diciembre de 2018 por Amnistía Internacional y Element AI, una empresa global de software para inteligencia artificial, halló que las periodistas eran blanco de acoso por su género y que eran las más afectadas por la violencia sexualizada y anónima. De igual manera, un informe de 2018 de la International Women’s Media Foundation constató que los ataques digitales contra las periodistas se han “vuelto más visibles y coordinados en los últimos cinco años”.

La encuesta del CPJ halló que las amenazas digitales con frecuencia venían acompañadas de planes de atacar a una periodista en la vida real, o implicaban tales planes. Una periodista de la Ciudad de Nueva York que cubre la extrema derecha y la tecnología, señaló en la encuesta que un hombre en una lista de asistentes a una marcha de la extrema derecha había intentado ingresar a su lugar de trabajo. En otro incidente, hombres que hablaban en un programa de radio relacionado con un amplio foro de supremacistas blancos habían difundido amenazas de asesinarla, diciendo que si la periodista venía a un acto de próxima celebración, se marcharía en una “bolsa para cadáveres”, relató la periodista.

Otra encuestada dijo que “las amenazas a la seguridad digital es lo más aterrador de ser una periodista en estos momentos”. Una periodista digital y audiovisual especializada en coberturas generales, también de Nueva York, afirmó en la encuesta que sentía terror de ser blanco de ataques de doxing luego de cubrir una noticia sobre una teoría conspirativa estadounidense conocida como “QAnon”. (Recientemente el FBI declaró que los partidarios de teorías conspirativas como QAnon representaban una amenaza terrorista nacional). La reportera indicó que había solicitado consejos sobre cómo protegerse en la Internet a otros periodistas, en vez de a su propia Redacción. Además, la encuesta constató que las periodistas desean que sus empresas tomen en serio las amenazas digitales y que ofrezcan capacitación en seguridad digital con mayor frecuencia. Si bien las periodistas reconocieron que no se podía hacer mucho respecto al acoso digital, algunas dijeron que éste debía reconocerse como un peligro ocupacional.

Seguridad física

“Es aterrador ser una periodista en esta época. A veces me siento genuinamente atemorizada al salir en público o al tener que identificarme como representante de los medios de comunicación”.
Respuesta a la encuesta de una periodista de Nueva York.

En parte, el riesgo que enfrentan las periodistas en Estados Unidos se deriva de la crisis del sector de los medios de noticias. CNN informó que aproximadamente mil periodistas habían resultado cesanteados a comienzos de este año, y el Pew Research Center concluyó en julio de 2018 que los empleos de las Redacciones se habían reducido 23 % en los últimos 10 años. Como consecuencia, las organizaciones noticiosas están haciendo más con menos recursos. Ello encima de las amenazas presentes contra la seguridad física de las periodistas por parte del público, las fuentes o los compañeros.

En respuesta a preguntas sobre situaciones amenazadoras en las que las periodistas se habían encontrado, y las lagunas en la protección a la prensa, varias encuestadas dijeron que la reiterada retórica antiprensa del presidente Donald Trump y el empleo de frases como “enemigo del pueblo” y “noticias falsas” las hacen sentir como si tuvieran un blanco en la espalda. Suzy Pietras-Smith, quien ha trabajado como reportera y fotógrafa durante 20 años, expresó en la encuesta que la mayor laguna en su seguridad es “que la administración Trump está haciendo que sea aceptable acosarnos”. Esto se agrava por las amenazas que surgen cuando una periodista con frecuencia trabaja sola en público. Hannah Gaber, una fotógrafa y productora de Washington, D.C., recordó el día que cubrió un acto de Trump en Phoenix, Arizona, durante su campaña presidencial. Ella afirmó que el entonces candidato Trump había señalado a los medios que estaban en la parte trasera y reiteradamente le había dicho a la multitud que recordara nuestros rostros y que merecíamos que nos pasaran cosas terribles por ser periodistas.

“Justo antes de que terminar, hizo que la multitud se virara hacia nosotros una vez más, le dijo que nos volviera a mirar bien la cara, declaró lo bueno que era que todos los presentes adoraban la Segunda Enmienda y luego terminó el acto, momento en el cual esos periodistas tenían que adentrarse en la multitud, muchos de ellos para pedir entrevistas”, comentó Gaber.

La retórica política incendiaria, en combinación con el descenso en la confianza pública en el periodismo —una encuesta de 2018 de la Fundación Knight halló que el 69 % de la sociedad había afirmado que su confianza en la prensa había caído— se suma a la sensación de amenaza. “La confianza en el periodismo se ha erosionado a un grado tan extremo que la creencia que solía proteger a los periodistas, ‘estás contando nuestra historia’, ya no existe y en vez de eso ellos son un blanco”, expresó en la encuesta una periodista multimedia de Washington, D.C.

Las encuestadas manifestaron que les inquietaba la aparente ausencia de preocupación en las Redacciones respecto al riesgo de un ataque, en particular tras el tiroteo de junio de 2018 en la Redacción del periódico Capital Gazette de Annapolis, Maryland. Una reportera de Los Ángeles que cubre asuntos religiosos afirmó en la encuesta que una gran laguna en su seguridad física se derivaba de “editores que no… tienen un plan de acción sobre la posibilidad de que una persona violenta se presente en nuestra Redacción, o sobre cómo enfrentar el acoso durante una cobertura”.

Una reportera de Connecticut que cubre noticias en desarrollo señaló: “Nuestra empresa no tiene ninguna manera de escapar si alguien viene a dispararle a la Redacción, lo cual fue una amenaza muy seria que tuvimos un día. Ninguna entrada trasera. Ningún lugar para esconderse. Ninguna ventana que siquiera podamos abrir”. Ella agregó: “Sigo asustada cuando me voy de la Redacción al final de mi turno, a las 10 o las 11 p. m., pensando que [el sujeto que amenazó a la Redacción] estará justo allá fuera algún día”.

Aunque algunas Redacciones sí proporcionan capacitación en Estados Unidos, menos de la mitad de las encuestadas dijeron que habían recibido capacitación en protección o seguridad. Si bien por lo general la capacitación en seguridad física, digital y sicológica era bien recibida y considerada de utilidad, las que pudieron recibirla o costearla en Estados Unidos y Canadá precisaron que el énfasis era en entornos hostiles o escenarios de conflicto. La amenaza de ser blanco de ataque en sus propios países era considerada poco probable.

Yasmine El-Sabawi, una productora audiovisual de Washington, D.C., expresó en la encuesta que la capacitación en seguridad que ella había recibido no era práctica “porque nadie pensó que se podía ser amenazado en este país… [la seguridad de los periodistas] ni siquiera se consideraba un problema en Estados Unidos”.

Sin embargo, al 3 de septiembre, el U.S. Press Freedom Tracker había documentado 27 agresiones físicas contra la prensa en Estados Unidos en lo que va de año.

Las encuestadas comentaron que a menudo estaban renuentes a decirle a alguien que las habían acosado sexualmente o señalado por nombre en un acto político, por miedo a que se pensara que eran débiles, sensibles o incapaces de hacer el trabajo. La pérdida de coberturas futuras deseables, donde lo mismo podría suceder, era otro motivo que las encuestadas indicaron como razón para mantenerse calladas.

Seguridad sicológica

Me volvió ansiosa, nerviosa, enojada, asustada de hacer mi trabajo. Me hizo pensar que era mala en mi trabajo. No busqué recursos para el cuidado emocional”.
Respuesta a la encuesta de una reportera de temas judiciales de la Ciudad de Nueva York.

Muchas periodistas hablaron sobre el desgaste de intentar trabajar en un clima de acoso digital frecuente y ataques o abuso en las coberturas. Casi la tercera parte dijo haber enfrentado amenazas sicológicas. Muchas describieron sentimientos de ansiedad, nerviosismo, paranoia y miedo, ya fuera después de un ataque o mientras anticipaban uno.

Mientras algunas reporteras y fotógrafas dijeron que podían ignorar las amenazas y considerarlas parte de su trabajo, otras dijeron que estaban más profundamente afectadas. Varias periodistas expresaron que los riesgos a su seguridad, como por ejemplo las amenazas telefónicas y el acoso sexual, hicieron que buscaran atención profesional. Sin embargo, muchas mencionaron el exorbitante costo de conseguir esa ayuda. Las periodistas freelance, en particular, indicaron que no podían tener acceso a atención de salud mental adecuada.

Una reportera apuntó en la encuesta que ella había sido objeto de acoso digital y de doxing luego de cubrir una reunión del Gobierno municipal que se había celebrado tras la muerte de un adolescente negro, en la cual había estado involucrado un agente policial. Alguien publicó en la Internet datos personales de ella y de su familia. En ese momento ella era estudiante de Periodismo. La periodista contó que la habían tildado de “manifestante” y “mentirosa” por compartir citas y fotos de la reunión.

“Me quedé con eso por mucho tiempo. Me ponía nerviosa al publicar cualquier cosa en la Internet, me ponía nerviosa seguir reporteando. No podía dormir bien y no podía funcionar en mis clases”, aseguró. “Como periódico estudiantil, no teníamos acceso a ningún recurso de salud mental adicional que no fuera lo que la universidad ofrecía, que no era mucho”.

Una reportera de Estados Unidos, quien dijo haber enfrentado a menudo amenazas y abuso, recordó el impacto de haber tenido que escuchar comentarios abusivos. “Tuve que pasar la mayor parte del día en la cama luego de escuchar una conversación de cinco minutos sobre qué tarea tan desagradable pero necesaria sería violarme”, ella refirió en la encuesta. La reportera dijo que, como parte de sus investigaciones periodísticas sobre la extrema derecha, ella había tenido que escuchar podcasts de neonazis y de la extrema derecha, y había escuchado varias descripciones y conversaciones sobre agredirla sexualmente y asesinarla.

En uno de los ejemplos más extremos mencionados en la encuesta, una redactora dijo que ella y el esposo no solamente habían tenido que cambiar su rutina cotidiana para evitar un ataque, sino que se habían mudado de vivienda tras ser objeto de doxing.

Al igual que con las amenazas digitales y físicas, muchas periodistas manifestaron que sentían que sus preocupaciones sicológicas no se tomaban en serio, sino que a menudo sus compañeros y superiores las interpretaban como una medalla de honor.

“Existe una venenosa arrogancia en demasiadas Redacciones en las que, en respuesta a historias de acoso, te dan una palmada en la espalda por haber vivido algo”, afirmó en la encuesta Anna Hiatt, una periodista que se especializa en el trauma y en las fuerzas armadas. “Prefiero compartir mis preocupaciones con un grupo de personas o con un profesional de la salud mental en los que confío que actuarán con sensibilidad y cuidado en esos casos de acoso y abuso”.

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