I share with my fellow Cuban independent journalists the drunkenness of writing freely under a totalitarian dictatorship; of experiencing the catharsis of denouncing the regime’s violations; of feeling useful to my people knowing that, in the long run, what I write will contribute to a better future.
In 1998, I was initiated as an independent journalist writing for Nueva Prensa, a small independent news agency directed by Mercedes Moreno, a former sports commentator on Cuban TV. I had already hit rock bottom. Due to “ideological problems,” I had not been allowed to finish an academic career, and for more than 18 years, I had only been given work in construction and agriculture. At literary competitions and workshops, my stories were invariably rejected because of “ideological problems.” Had I not gone into independent journalism, I think I would have burst from impotence and hopelessness.
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All independent journalists share common experiences. The hazardous beginnings, the first arrests by political police; the systematic harassment, the tapped phone lines; the feeling of being permanently watched, that any and all who surround you can be a sneak; reprisals against your family; friends who stop visiting; neighbors who avoid you in public. It hurts but you understand: they are scared.
These are only the first barriers that you encounter while doing this job. Deprived of official information (or knowing information is being manipulated), you have to turn to less-than-reliable sources for your reporting. The sources, fearful of reprisal, can deny today what they told you yesterday.
In journalism handbooks, it is easy to talk about being objective and unbending with information. Under the conditions faced by journalists in a totalitarian society, the effort is tripled. Being yet another victim, you cannot let your emotions sweep you under. If there is one thing that you must trust it’s your intuition. You have to learn to read between the lines in the official press. The smallest gaffe in your reporting can be used by authorities, in the best of cases, to discredit you; and in the worse, to send you to prison.
The hardest task is to adjust to the idea that you or your colleagues could tomorrow be jailed. The story you hear, in between sobs, from the mother or wife of an imprisoned reporter could also be yours. It’s a long and tedious training that you can never fully control.
Lack of understanding and hypersensitivity among some dissidents make up yet another unexpected difficulty. Like you, they too have been pushed by the maneuvers of the political police into a permanent state of suspicion that tilts towards paranoia. Subjected for too many years to official intolerance, they wound up transplanting it into the opposition camp. They live in a permanent battle to banish it, but at times, it still shows its ugly face.
For my work, over the last 11 years, the most useful and invaluable advice has come from my friends, the poets Raúl Rivero and Ricardo González Alfonso (with whom I worked at the newsmagazine De Cuba), and from the journalist and narrator Juan Gonzáles Febles (with whom I now direct the blog Semanario Digital Primavera). I also owe very much to my readings of Tom Wolfe, Hemingway, García Márquez, Vargas Llosa, Solshenitzin, Kundera, Cabrera Infante and, why not, to Bob Dylan and Joan Manuel Serrat’s songs.
What we have to be grateful to this hard time for is that it has served as a school where we have grown as journalists who one day will work in a democracy. We have to be prepared from now on for that moment.
The challenges do not end with the coming of democracy. We will play an important role in the task of educating a population on how to live in liberty. And we will also learn.
God willing, instead of having to face the repressors and bureaucrats of the Single Party, we won’t have to denounce corrupt politicians and demagogues. If unfortunately that is the case, we will not hesitate. When we chose the job of independent journalists working under a dictatorship, we did so knowing that we were commencing a journey without a return ticket.
Luis Cino is a veteran independent journalist who reports for foreign-based news Web sites. Cino also La Esquina de Cino” (Cino’s Corner) on the news blog Desde La Habana (From Havana) and is co-director he news blog Semanario Digital Primavera.
Bloguear en Cuba: desafiando los riesgos, disfrutando la libertad
Por Luís Cino/Periodista y bloguero independiente
Comparto con mis colegas del periodismo independiente cubano la embriaguez de escribir libre bajo una dictadura totalitaria. De hacer catarsis denunciando los atropellos del régimen. De sentirme útil a mi pueblo por saber que, a la larga, lo que escribo contribuirá a un futuro mejor.
Me inicié en el periodismo independiente en 1998 en Nueva Prensa, una pequeña agencia independiente que dirigía Mercedes Moreno, una ex comentarista deportiva de la TV cubana. En aquel momento, ya había tocado fondo. Por “problemas ideológicos” me habían impedido terminar una carrera universitaria y desde hacía más de 18 años sólo me daban trabajo en la construcción y la agricultura. En los concursos y talleres literarios rechazaban invariablemente mis cuentos por los consabidos “problemas ideológicos”. Creo que si no entro a la prensa independiente, hubiera reventado de impotencia y desesperanza.
Todos los periodistas independientes tenemos vivencias comunes. Los comienzos azarosos, los primeros arrestos por parte de la policía política. El acoso sistemático, el teléfono pinchado, la sensación de saberse casi perennemente vigilado, de que cualquiera de los que te rodean puede ser un soplón. Las represalias contra tu familia. Los amigos que dejan de visitarte. Los vecinos que evitan saludarte en público. Te duele, pero los entiendes: tienen miedo.
Son sólo los primeros obstáculos con los que tropiezas en el oficio. Privado de cifras y datos oficiales o sabiendo que sencillamente están manipuladas, tienes que recurrir para tus reportes a fuentes poco confiables. Las fuentes, temerosas de represalias, pueden negar lo que afirmaron ayer.
En los manuales de periodismo es sencillo hablar de objetividad e impermeabilidad informativa. En las condiciones de hacer periodismo libre en una sociedad totalitaria, el esfuerzo se triplica. Siendo otra víctima más, no puedes dejar que te arrastren tus emociones. Si en algo tienes que confiar es en tu intuición. Aprender a leer entre líneas en la prensa oficial. El menor desliz en tus informaciones es utilizado por las autoridades para, en el mejor de los casos, desacreditarte. En el peor, para enviarte a la cárcel.
Lo más difícil es adaptarte a la idea de que tú o tus compañeros mañana pueden estar en prisión. La historia que te cuenta entre lágrimas la madre o la esposa de un preso puede ser también la tuya. Es un largo y duro aprendizaje que nunca dominamos del todo.
Otra dificultad inesperada son las incomprensiones y la hipersensibilidad de algunos disidentes. Como tú mismo, ellos también han sido llevados a un estado de desconfianza rayano en la paranoia por las maniobras de la policía política. Sometidos durante demasiados años a la intolerancia oficial, terminaron por trasplantarla al campo opositor. Viven en perenne lucha por desterrarla, pero a veces, asoma su fea raíz.
Para mi trabajo en estos 11 años me han sido muy útiles los consejos inestimables de mis amigos los poetas Raúl Rivero y Ricardo González Alfonso (con los que trabajé en la revista De Cuba) y del periodista y narrador Juan González Febles (con el cual dirijo actualmente el blog Semanario Digital Primavera). También debo mucho a las lecturas de Tom Wolfe, Hemingway, García Márquez, Vargas Llosa, Solshenitzin, Kundera, Cabrera Infante y por qué no, a las canciones de Bob Dylan y Joan Manuel Serrat.
Lo que tendremos que agradecerle a este tiempo difícil es servirnos de escuela para desempeñarnos como los periodistas que trabajarán en un futuro de democracia. Tenemos que estar preparados ya para ese momento.
Los desafíos no terminan con el advenimiento de la democracia. Seremos parte importante de la tarea de educar a un pueblo a vivir en libertad. Nosotros también aprenderemos.
Ojala que en lugar de enfrentar a los represores y los burócratas del Partido Único no tengamos que denunciar a políticos demagogos y corruptos. Si desgraciadamente así fuera, no vacilaremos en hacerlo. Cuando elegimos el oficio de hacer periodismo independiente bajo una dictadura, lo hicimos a sabiendas de que iniciábamos un viaje sin boleto de vuelta.
Luis Cino es un periodista independiente veterano que, radicado en La Habana, informa para sitios Web de noticias en el exterior. Cino también escribe comentarios políticos para “La Esquina de Cino” en el blog de periodístico Desde La Habana y es co-director del blog noticioso Semanario Digital Primavera.