El exterior de la emisora Samaniego Estéreo en Samaniego, en el departamento de Nariño, en Colombia. Uno de los periodistas de la emisora, Libardo Montenegro, fue asesinado a tiros el 11 de junio. (CPJ/John Otis)
El exterior de la emisora Samaniego Estéreo en Samaniego, en el departamento de Nariño, en Colombia. Uno de los periodistas de la emisora, Libardo Montenegro, fue asesinado a tiros el 11 de junio. (CPJ/John Otis)

Asesinato de periodista radial colombiano resalta los peligros que corren los periodistas en la región fronteriza con Ecuador

Por John Otis, corresponsal del CPJ para la región andina

El estudio de Samaniego Estéreo, por lo demás austero, está adornado con una pancarta blanca que lleva la imagen de Libardo Montenegro, veterano periodista de esta radio comunitaria del sur de Colombia, quien fue asesinado a disparos el 11 de junio. Bajo su foto se leen las palabras “Vivirás en nuestros corazones para siempre”.

El asesinato, ejecutado por dos pistoleros que se desplazaban en una motocicleta, en general ha pasado desapercibido en el resto de Colombia, pero ha traumatizado a Samaniego, una montañosa localidad de 25,000 personas en el departamento de Nariño, fronterizo con Ecuador.

Cientos de personas asistieron al funeral de Montenegro, quien había sido una voz constante y tranquilizadora en las ondas radiales durante las últimas dos décadas. El motivo del asesinato sigue sin esclarecerse, lo cual ha provocado que los periodistas locales se sientan nerviosos al ejercer la profesión y temerosos de que también puedan convertirse en blancos.

“Todos nos preguntamos quién va a ser el próximo”, declaró Jairo Melo López, periodista y miembro del directorio del canal de TV local SATEL.

En la edición de 2018 del Índice Global de la Impunidad del CPJ, Colombia se situó entre los países con los peores historiales en materia de impunidad por el asesinato de periodistas. A principios de julio, el CPJ se sumó a una delegación integrada por representantes de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), con sede en Bogotá, y por dos funcionarios de derechos humanos de las Naciones Unidas, la cual realizaría una visita de dos días a Samaniego con el fin de conocer más sobre el caso de Montenegro y sobre cualquier posible vínculo entre su trabajo y el asesinato.

El alcalde, el jefe de la Policía y el fiscal de Samaniego se negaron a reunirse con la delegación o no se presentaron a las entrevistas. Varios funcionarios del municipio que aceptaron conversar calificaron el asesinato de “crimen pasional” y cuestionaron si Montenegro de verdad era periodista.

Una pancarta con la imagen de Libardo Montenegro, un veterano reportero de la radio comunitaria Samaniego Estéreo en el sur de Colombia, que fue asesinado a tiros el 11 de junio.  (CPJ/John Otis)
Una pancarta con la imagen de Libardo Montenegro, un veterano reportero de la radio comunitaria Samaniego Estéreo en el sur de Colombia, que fue asesinado a tiros el 11 de junio. (CPJ/John Otis)

Un agente policial que solicitó el anonimato porque no estaba autorizado para dar declaraciones oficiales, expresó que estaba “95% seguro” de que el asesinato de Montenegro no tenía nada que ver con su labor periodística.

Sin embargo, activistas de derechos humanos y periodistas locales, así como otras personas cercanas a Montenegro, sostienen que pasar por alto su función de periodista e influyente vocero de la comunidad sería un error. Estas personas creen que el asesinato puede estar vinculado a las últimas informaciones y comentarios radiales de Montenegro, sobre la violencia provocada por el narcotráfico en Samaniego.

Leobar Ibarra, un periodista de Samaniego, declaró que creía que bandas de narcotraficantes habían ordenado el asesinato “para enviarle el mensaje a los pobladores de que se mantuvieran callados” sobre las actividades de las bandas.

Leobar Ibarra, un periodista de Samaniego. (CPJ/John Otis)
Leobar Ibarra, un periodista de Samaniego. (CPJ/John Otis)

Montenegro, de 42 años, había pasado la vida en la radio. Su abuelo fue uno de los fundadores de Samaniego Estéreo, una radioemisora independiente que transmite noticias, entrevistas y música. De niño, Montenegro comenzó a trabajar de voluntario en el estudio y luego se convirtió en uno de los principales periodistas, presentadores y narradores de avisos publicitarios y anuncios de servicio público de la radioemisora.

Uno de los programas que presentaba era “El Despertador”, que se transmitía los días entre semana de 6 a 10 a. m. Para ganar dinero extra, trabajaba de camarógrafo para SATEL. Al momento de su muerte, estaba formando una alianza con empresarios locales para abrir otra radioemisora.

“Ese era su sueño”, declaró Wilson Montenegro, el hermano mayor de Libardo. “Quería dirigir su propia radioemisora”.

Wilson describió a su hermano de amigable como persona y como periodista. Si bien Montenegro se preocupaba profundamente por su comunidad, el periodismo de investigación no era su fuerte, pese a que había mucho que investigar, desde la corrupción de los funcionarios locales hasta el narcotráfico.

Durante mucho tiempo, el departamento de Nariño ha sido una de las principales regiones productoras de cocaína de Colombia, y las autoridades afirman que diversos grupos armados luchan por el control sobre instalaciones productoras de drogas y rutas de contrabando. Las montañas que rodean a Samaniego están salpicadas de campos de coca, la materia prima de la cocaína, así como de laboratorios donde las hojas de coca se convierten en cocaína en polvo.

Las autoridades señalan que entre los grupos involucrados en el tráfico de cocaína se encuentran disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la organización guerrillera de tendencia marxista que se desmovilizó en virtud de un acuerdo de paz de 2016.

Durante la visita de la delegación a Samaniego, una disidencia de las FARC que se denomina Frente Oliver Sinisterra anunció una campaña de “limpieza social” en Samaniego que estaría dirigida lo mismo contra ladrones comunes que espías del Gobierno, entre otras personas. Este mismo grupo fue responsable del secuestro y el asesinato de dos periodistas ecuatorianos y su chofer, hecho ocurrido el año pasado en Nariño.

Otro grupo guerrillero, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), está activo en Samaniego y en sus alrededores. La bandera rojinegra del ELN era claramente visible en las montañas que rodeaban a la localidad.

En lo que va de año, ha habido 16 homicidios en Samaniego, lo cual lo convierte en el segundo municipio más violento del departamento de Nariño, según Paulo Ruiz, jefe de personal del Ayuntamiento de Samaniego. Una de las víctimas fue Paula Ordoñez, la defensora de derechos humanos gubernamental en Samaniego, quien fue asesinada por pistoleros el 20 de mayo, otro sonado caso que continúa sin resolverse.

En Nariño, “tenemos todos los problemas que se podrían pedir”, declaró Francisco Zarama, inspector general del Gobierno para la región, y quien radica en Pasto, la capital departamental.

Montenegro a menudo denunciaba ante los micrófonos la violencia y el consumo de drogas por parte de la juventud local, y era abierto partidario del proceso de paz que logró la desmovilización de la mayoría de los combatientes de las FARC. Poco antes de su muerte, él se había involucrado en un comité de derechos humanos local que planeaba marchar en protesta contra los recientes asesinatos perpetrados en Samaniego.

Ibarra, quien también integraba el comité, declaró a la delegación que él había instado a Montenegro a difundir sus actividades. Montenegro grabó un anuncio para promover la marcha, el cual fue difundido en Samaniego Estéreo durante los seis días previos a su muerte.

El día de su asesinato, Montenegro había transmitido una entrevista en vivo con Ibarra en su programa matutino. En la entrevista, Ibarra había denunciado enérgicamente la violencia relacionada con el narcotráfico en el municipio. Un activista de derechos humanos de Samaniego que solicitó el anonimato por temor a sufrir represalias, la describió de “entrevista muy fuerte” que pudiera haber incomodado a las bandas de narcotraficantes.

Ibarra declaró a la delegación que pensaba que los narcotraficantes habían ordenado el asesinato de Montenegro “para enviarles el mensaje a los pobladores de que se abstuvieran de denunciar sus actividades”.

Adriana Romo, la novia de Montenegro, coincidió. “Esa pudo haber sido la razón”, Romo declaró al CPJ en entrevista telefónica.

Romo, Ibarra y otras personas cercanas a Montenegro afirmaron que él no había mencionado que había recibido ninguna amenaza. Sin embargo, el personal de Samaniego Estéreo declaró a la delegación que, el día que Montenegro fue asesinado, estaba extremadamente nervioso y había proclamado: “Voy a morir”.

Esa noche, Romo llevó a Montenegro, quien todavía se sentía mal, a un hospital, donde se sometió a un electrocardiograma y recibió relajantes musculares. Al regresar a casa esa noche, Romo entró al apartamento de ambos mientras Montenegro estacionaba el auto. De pronto, se escucharon disparos. Romo vio a Montenegro tendido en una cuneta mientras dos sujetos en motocicleta, quienes llevaban capuchas y máscaras, se alejaban.

“Traté de ayudarlo, pero era demasiado tarde”, declaró Romo al CPJ.

La delegación intentó conversar con la sede de la Fiscalía en Pasto, que está encargada del caso, pero tales intentos fueron infructuosos. No obstante, varias fuentes de Samaniego expresaron que la investigación se concentraba en la vida personal de Montenegro y no en su trabajo como periodista.

En los últimos seis meses, Montenegro había comenzado a vivir con Romo, quien dijo al CPJ que su exnovio estaba celoso de su relación con Montenegro y que los dos hombres recientemente habían intercambiado duras palabras. Pero Romo se negó a especular si esto pudiera haber sido el motivo de la muerte de Montenegro.

Como el crimen sigue sin resolverse, la autocensura ahora prevalece en Samaniego. López, el periodista de TV, afirma que baja el tono de sus informaciones “por una cuestión de supervivencia”. Samaniego Estéreo tocó música religiosa luego de la muerte de Montenegro y no realizó su propia investigación.

“Realmente no estamos seguros de cómo manejar la noticia ahora mismo”, declaró uno de los periodistas de la radioemisora que solicitó el anonimato, y añadió: “Me da miedo salir a la calle, porque no sabemos por qué sucedió esto”.

Informaciones recogidas en Samaniego y Pasto, Colombia.