Petición de Jesús Barraza

Carta urgente: Ayudennos

San Luis Río Colorado, Sonora México
Jueves 8 de junio de 1999

Estimados compañeros, colegas y amigos:

Nuevamente recurro a ustedes para solicitarles su valiosa intervención o en su defecto informarlos sobre el último giro que tomó la dificil situación por la que atravesamos en Semanario PULSO de San Luis Río Colorado, Sonora, México, medio informativo del cual soy director.

El día de ayer miércoles las gestiones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH por sus siglas en español) llevadas directamente a cabo por el Licenciado Alejandro Evaristo, consistentes en recomendarle a la Procuraduría General de Justicia del Estado de Sonora que tomara medidas precautorias o cautelares para que agentes policiacos protegieran mi vida ante las amenazas de muerte existentes en mi contra y al clima de hostigamiento que sufrimos, tuvieron una respuesta inquietante a la vez que molesta.

Alejandro Evaristo me informó vía telefónica desde la Ciudad de México que la respuesta de las autoridades del Estado de Sonora fue que no cuentan con los recursos humanos ni materiales para proteger mi vida.

La respuesta de la Procuraduría de Justicia de Sonora me parece sumamente grave e indignante por su intimidante mensaje secundario pues increiblemente de alguna forma está reconociendo que en este Estado los periodistas que denunciamos actos de corrupción como la actividad del narcotráfico, por ejemplo, estamos a merced de pistoleros y y por lo tanto expuestos a ser asesinados.

Con la incapacidad técnica de la justicia sonorense para garantizar el libre ejercició de la libertad de expresión en forma segura, de alguna forma se subrroga a gatilleros del narcotráfico la “facultad” de venir a nuestros periódicos a asesinarnos, tal y como ocurrió el 15 de julio de 1997 contra mi ex editor Benjamín Flores González, quien fue asesinado a balazos por una banda de narcotraficantes a quienes por cierto aún no arresta la policía de esta entidad en su totalidad.

Sospecho que la indefensión en la que nos situa el Gobierno de Sonora es más una falta de voluntad y de interés por garantizar que nuestra labor periodística se desarrolle sin riesgos para nuestras vidas y las de nuestras familias que a la falta de agentes policiacos y recursos materiales.

Ante esta situación sólo tengo dos caminos:

UNO: Tengo la opción de abandonar lo más pronto posible el territorio de Sonora para ponerme a salvo de los que aquí quieren asesinarme.

DOS: Quedarme y esperar a que los que me han amenazado de muerte cumplan sus amenazas y me asesinen.

En marzo de 1998 un grupo de reporteros que trabajabamos en el diario La Prensa renunciamos masivamente a dicho periódico por insalvables diferencias con el nuevo dueño de esa casa editorial y con miles de sacrificios y dificultades fundamos PULSO. Nuestra situación económica es sumamente precaria aun y por lo tanto un exilio a otro estado representaría un reto muy difícil de llevar a cabo por lo cual mis opciones se limitan a una, y por cierto la que menos deseo.

A consecuencia de la publicación de diversos artículos periodísticos he recibido varias amenazas de muerte y una agresión directa.

La amenaza de muerte más reciente la recibí el mes de mayo pasado, supuestamente — me informó su emisario–, por parte de un presunto narcotraficante de nombre Albino Quintero Meraz, cuyas actividades señalamos en PULSO.

Luego, el 5 de junio pasado, agentes de la Policía Judicial Federal de esta ciudad sorprendieron al guardaespaldas que había comisionado para mi protección la policía local, golpeándolo y desarmándolo para posteriormente introducirse a nuestras oficinas con intenciones de privarme de la libertad, todo esto como una venganza por dos publicaciones que efectuamos en días anteriores al ataque y en las que denunciabamos los nexos de es os agentes antinarcóticos con narcotraficantes locales.

Como si esto fuera poco, en los últimos días he recibido otras amenazas veladas de muerte antecedidas por comentarios que me sugieren que detenga las publicaciones donde se señalan actividades ilícitas en la que se involucran narcotraficantes y agentes policiacos.

Ante este panorama, siento que mi vida, la de mi familia y la de mis reporteros está en serio peligro y por ello me atrevo nuevamente a solicitarles su intervención. Organismos como el Comité para la Protección a Periodistas de Nueva York (CPJ, por sus siglas en inglés), la Sociedad de Periodistas de México, la Red Mexicana de Protección a Periodistas y Medios de Comunicación, la Academia Mexicana de Derechos Humanos, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y la Sociedad de Periodistas Profesionales de Miami, Florida, han enviado sendas cartas al gobierno mexicano en el que le recomiendan o le exigen que salvaguarden nuestra integridad física.

Ante la incapacidad de la justicia sonorense para protegernos, la CNDH, me informaron, continuará realizando gestiones ante otras instancias y me informarían hoy jueves sobre los resultados.

El clima de presiones por la que atraviezo no me desespera aún pero si se traduce en un agobio psicológico por la inseguridad que me rodea a mi y a mis compañeros reporteros de PULSO, por ello; y por que estoy consicente del peso que pudiera tener la intervención de ustedes, anhelo profundamente que hagan eco de esta denuncia y esta protesta.

Espero no exederme al pedirles también que la transmitan a la importante red de colegas y organismos defensores de los Derechos Humanos y de periodistas.

Ayudennos.

Atentamente:

Jesús Barraza Zavala
Director

NOTA: Nuestro teléfono y fax es el (653) 6-11-08
DIRECCION: Av. Tamaulipas y calle 13, No. 1298
San Luis Río Colorado, Sonora, México.


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