Por Coral N. Negrón Almodóvar, titular de la beca Patti Birch del CPJ para el Periodismo de Datos
A tres años del azote del huracán María, Puerto Rico continúa experimentando crisis financieras, políticas y de salud pública, pero la reportera Bárbara Figueroa Rosa le dijo a CPJ que estos eventos “no tienen comparación” con el impacto que la pandemia del coronavirus podría tener en el territorio estadounidense.
Los periodistas en Puerto Rico ya desconfían de las autoridades locales y federales, después de la respuesta fallida al devastador huracán de 2017—en el que murieron miles de personas— y de la aprobación de nuevas leyes de acceso a la información y datos abiertos firmadas por el derrocado gobernador Ricardo Rosselló en 2019. Las mismas limitan severamente el acceso a la información pública.
Figueroa Rosa, que ha trabajado en el diario Primera Hora durante 19años, le dijo al CPJ: “No vamos a bajar la guardia, vamos a exigir acceso; nos han mentido descaradamente durante años. Lo que sucedió después del huracán María es inaceptable”.
CPJ envió solicitudes de comentarios por mensaje de texto y correo electrónico a Mariana Cobián, la oficial de prensa de la gobernadora de Puerto Rico Wanda Vázquez Garced, pero no recibió respuesta.
El Departamento de Salud de Puerto Rico dijo el 31 de marzo que la isla tenía 239 casos confirmados del nuevo coronavirus y ocho muertes por el virus, según el Miami Herald.
El equipo de noticias de Primera Hora ha informado sobre el brote de virus desde que se confirmó el primer caso en la isla, una turista italiana de 68 años que se bajó de un crucero que se le permitió atracar en Puerto Rico. El 24 de marzo Primera Hora publicó un reporte sobre la situación en el Hospital de Veteranos de San Juan, donde la mayoría de los pacientes con coronavirus en la isla estaban siendo tratados.
Este trabajo periodístico se ha llevado a cabo a pesar del cierre local de toda operación “no esencial” así como un toque de queda nocturno, según dicta una orden ejecutiva firmada por la gobernadora. Los periodistas están exentos de las restricciones de movimiento.
CPJ entrevistó a Figueroa Rosa por teléfono el 24 de marzo de 2020. Esta entrevista ha sido editada con propósitos de brevedad y claridad.
¿Cómo ha afectado la pandemia su trabajo diario? ¿Sigue su cobertura usual?
Soy parte del equipo de noticias duras; por lo tanto, mis coberturas habituales son la política, la educación y la corte. Estas siguen siendo mi enfoque, pero ahora con una perspectiva diferente. La situación general ha intensificado el trabajo, a pesar de que hemos acordado trabajar de forma remota tanto como sea posible. Trabajamos de 10 a 12 horas al día. La información del virus está cambiando continuamente, y no podemos desconectarnos.
Las últimas semanas fueron difíciles porque la información de fuentes oficiales no fluía como debía, pero ahora es un poco mejor. La falta de datos accesibles nos hizo hacer innumerables llamadas que no fueron respondidas inmediatamente y alargaron nuestras jornadas laborales. No poder salir complica las cosas. Antes, llamaba a la puerta de la agencia o de la oficina del funcionario de gobierno o averiguaba dónde estaba e iba tras ellos para hacer las preguntas precisas.
¿Cuál ha sido su mayor desafío trabajando en este entorno? ¿Por qué dice que el flujo de información del gobierno local ha mejorado?
Nuestro mayor desafío es conseguir las fuentes. Es prácticamente imposible, tanto del sector privado como del gobierno. A veces cogen los teléfonos; a veces no lo hacen. Pero debo decir que también hay un desafío emocional. Nuestra empresa nos ha dado algunas herramientas para salvaguardar nuestra salud física y emocional. Pero como humanos, todos estamos entrando en pánico. No puedo negar que tengo miedo de cubrir una noticia y regresar a mi casa e infectar a mi familia.
Puedo decir que el flujo de información de fuentes oficiales ha mejorado porque hace dos semanas no se hacían pruebas suficentes y no teníamos números. Ahora tenemos algunos datos disponibles a través de sitios web oficiales. Empero, no tenemos ninguna proyección científica del posible impacto, por parte de un epidemiólogo estatal, o datos en tiempo real.
¿Recibe apoyo emocional del medio de comunicación?
Sí. Nuestro jefe ha demostrado solidaridad y nos ha dicho que, si alguien tiene miedo de trabajar, iba a respetar esa decisión. Ningún empleado se ve obligado a trabajar.
¿Qué está haciendo para mantenerse a salvo?
Nos quedamos trabajando desde casa lo más que podemos. Si salimos, usamos máscaras N-95, guantes y seguimos las lecciones de seguridad de los CDC en cuanto a distanciamiento social se refieren. También seguimos las medidas de seguridad de nuestro empleador para recibir documentos confidenciales por parte de las fuentes.
¿Ha tenido algún obstáculo debido a las nuevas leyes de acceso a la información firmadas por Rosselló?
Nuestro equipo está al tanto de las leyes, y todos los días nos enfrentamos a ellas. Los documentos o datos solicitados se entregan parcialmente o nada. Por ejemplo, hoy pedí copias de todo el equipo médico comprado relacionado con el manejo de COVID-19, y, honestamente, sé que será una gran lucha para conseguir que se entregue, si alguna vez envían algo. Nuestro obstáculo más significativo es la falta de información actualizada. Queremos que el Instituto Puertorriqueño de Estadística tenga datos más específicos. Queremos ver los datos organizados por las personas, por el paciente, para que los alcaldes y las comunidades puedan hacer sus planes de contención. Nuestro Departamento de Salud, que ha estado sin dirección durante varias semanas, también nos mantiene en ascuas.
¿Cómo está respondiendo a la desinformación en torno al virus?
Estoy decidida a confrontarla; a no bajar la guardia y seguir fiscalizando todo lo que dice un funcionario del gobierno, o leo en las redes sociales. Con esta desconfianza que tenemos después del huracán María, sabemos cómo corre este gobierno y seguimos presionando, pese a las leyes recientemente aprobadas en contra de nosotros. No vamos a bajar la guardia; vamos a exigir; nos han mentido descaradamente durante años. Lo que pasó después del huracán María es inaceptable.