Por John Otis, corresponsal del CPJ para la región andina
Cuando Ewald Scharfenberg, editor fundador del sitio web de periodismo investigativo venezolano Armando.Info realiza juntas editoriales, él saca su teléfono móvil. Ello se debe a que la mayoría de sus reporteros están en Venezuela, mientras que Scharfenberg vive y trabaja en la vecina Colombia.
Scharfenberg abandonó Venezuela en enero de 2018, luego de que él y otros tres editores de Armando.Info fueron demandados penalmente por difamación a causa de artículos publicados el año pasado que denunciaban la corrupción en el programa estatal de distribución de alimentos de Venezuela.
Temiendo el arresto, pues las demandas penales por difamación se sancionan con penas de uno a seis años de cárcel, Scharfenberg y sus colegas, Roberto Deniz y Joseph Poliszuk, se mudaron a Bogotá, donde ahora trabajan utilizando escritorios y computadoras prestados en la atestada sede del semanario noticioso colombiano Semana. Un cuarto editor de Armando.Info, Alfredo Meza, huyó a Estados Unidos.
“Hicimos lo correcto”, Scharfenberg declaró al CPJ, y resaltó que en julio de este año un juez de Caracas dictó una prohibición de viajar contra los cuatro periodistas.
El equipo de Armando.Info es parte de un éxodo mayor de periodistas venezolanos. Muchos se han ido al extranjero ante la peor crisis económica en la historia moderna del país, la cual ha llevado a la escasez crítica de alimentos y medicinas, así como a la hiperinflación.
En entrevista con el CPJ, Laura Weffer, fundadora del sitio web noticioso independiente venezolano Efecto Cocuyo, estimó que, en los últimos años, como mínimo 500 periodistas se han marchado a Estados Unidos, Europa y a otros países latinoamericanos. Luz Mely Reyes, otra fundadora de Efecto Cocuyo y ganadora del Premio Internacional de la Libertad de Prensa 2018 del CPJ, comentó que cree que la cifra se acerca a 1,000.
Entre ellos se encuentra Weffer, quien se mudó junto con su familia a la localidad de Weston, cercana a Miami, en 2016, cuando no pudo encontrar medicinas para el asma para su hija en las farmacias de Caracas. Según Weffer, un grupo de WhatsApp formado por periodistas venezolanos exiliados al que ella se unió, cuenta con 33 miembros. Weffer agregó que una cantidad tan grande de periodistas se han marchado del país que Efecto Cocuyo, con sede en Caracas, tiene dificultades para encontrar periodistas con experiencia.
“Es muy difícil que un periodista tenga alguna aspiración en Venezuela”, declaró Weffer. Debido a la hiperinflación, “ni siquiera pueden pensar en comprar un auto o un apartamento o reemplazar un teléfono móvil robado. Al llegar a casa tras un largo día de reportear, no hay agua ni electricidad y tienen que salir a buscar comida”.
La vida en el extranjero también puede ser difícil.
Weffer continúa editando Efecto Cocuyo, pero afirmó que su esposo, un productor de video, no ha podido encontrar trabajo en el campo del periodismo y contribuye a la economía familiar manejando un auto para Uber. Según Weffer, otro reportero amigo que también se mudó a Florida encontró trabajo como conserje en un estadio deportivo, mientras que otro lava autos.
“La mayoría de los periodistas exiliados no está haciendo periodismo”, afirmó Weffer. “Es muy triste”.
Otros periodistas venezolanos se han visto obligados a marcharse ante la campaña del presidente Nicolás Maduro para controlar e intimidar a los medios. El CPJ ha constatado que estas medidas abarcan el arresto arbitrario, las demandas por difamación, las amenazas con cancelar las concesiones radioeléctricas otorgadas a medios audiovisuales, el monopolio gubernamental sobre la importación y la distribución del escaso papel periódico, y una ley contra el odio que estipula penas de cárcel para cualquiera que incite al odio o a la violencia desde los medios. Asimismo, las autoridades les han anulado el pasaporte a como mínimo cuatro periodistas, y así les impiden abandonar el país, según informaciones de prensa.
Entre los exiliados más conocidos están Miguel Henrique Otero, director del diario independiente caraqueño El Nacional-que anunció este mes que solamente estaría disponible en versión digital debido a la escasez del papel periódico-y Alberto Ravell, exdirectivo de un canal de TV y fundador del sitio agregador de noticias La Patilla.
Otero y Ravell abandonaron Venezuela luego de que Diosdado Cabello, uno de los principales dirigentes del Gobierno, los demandó por difamación en 2015. La demanda se origina en un artículo publicado en enero de 2015 en el diario madrileño El País –artículo reproducido por El Nacional, La Patilla y el diario caraqueño Tal Cual— que afirmaba que Cabello estaba vinculado con el narcotráfico, una acusación que Cabello niega. El CPJ ha documentado cómo, en mayo de 2015, un tribunal les prohibió a Otero, a Ravell y a otros 20 periodistas, editores y accionistas de empresas de medios abandonar el país hasta que la causa concluyera. Al 6 de diciembre, la causa seguía su curso.
“No hay duda de que el acoso legal está obligando a los periodistas a abandonar el país”, declaró al CPJ Carlos Correa, director de Espacio Público, organización defensora de la libertad de expresión, con sede en Caracas.
El Ministerio de Información venezolano no devolvió las llamadas telefónicas del CPJ.
No obstante, muchos de los periodistas exiliados continúan expresándose. Otero y Ravell siguen sumamente involucrados en sus organizaciones noticiosas.
Armando.Info sigue publicando investigaciones contundentes, como por ejemplo una investigación sobre funcionarios venezolanos que presuntamente aceptaron sobornos de la constructora brasileña Odebrecht. El mes pasado, Poliszuk, el editor jefe del sitio web, recibió el Premio Internacional de Periodismo Knight en Washington, D.C. por sus artículos sobre las denuncias de fraude en el programa estatal de distribución de alimentos.
“Este es nuestro trabajo y queremos seguir haciéndolo”, declaró Deniz, quien fue uno de los demandados por los artículos sobre la corrupción en la distribución de alimentos y quien dejó a una novia en Caracas para trabajar para Armando.Info en Bogotá. “Pero hemos pagado un alto precio en lo personal”.
Scharfenberg expresó que se sentía frustrado de que no se hubiera tomado ninguna medida por los actos de corrupción revelados por Armando.Info. “La única consecuencia es que hemos tenido que abandonar el país”, declaró Scharfenberg.
No obstante, Scharfenberg ha descubierto algunas ventajas de vivir en el exilio. En Venezuela, Scharfenberg tenía que dedicar unas cuatro horas al día para buscar alimentos, medicinas y otros artículos en desabastecimiento. Ahora, sostiene, dedica ese tiempo al periodismo investigativo.