Nueva York, 18 de julio del 2003—El renombrado periodista peruano Gustavo Gorriti viajó a Cuba la semana pasada en representación del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) y comprobó la grave situación de los periodistas independientes cubanos y sus familias, quienes sufren hostigamiento, presiones psicológicas y humillantes condiciones penitenciarias.
La misión se originó a raíz de la campaña represiva que el gobierno cubano emprendió en el primer trimestre del año contra la prensa independiente y la oposición. En total, 28 periodistas fueron arrestados, condenados y sentenciados a penas privativas de libertad que oscilan entre los 14 y los 27 años. Las detenciones de periodistas y disidentes, quienes a menudo son acusados de ser «contrarrevolucionarios» al servicio de Estados Unidos, comenzaron el 18 de marzo y continuaron por tres días. Agentes de la policía allanaron y registraron los hogares de los periodistas y les incautaron libros, máquinas de escribir, materiales de archivo, cámaras, computadoras, impresoras y fax.
Los juicios sumarios de los periodistas, que duraron un día, se realizaron el 3 y el 4 de abril a puerta cerrada. Los periodistas permanecieron encarcelados en celdas del Departamento de Seguridad del Estado (DSE) hasta el 24 de abril, cuando la mayoría de ellos fueron trasladados a cárceles ubicadas a cientos de kilómetros de sus hogares.
Tras su viaje a Cuba, Gorriti considera que «aunque [el presidente cubano Fidel] Castro se jacta de que no se cometen desapariciones forzosas ni torturas físicas contra los opositores…, el hostigamiento intenso y generalizado, las presiones y las condiciones penitenciarias que sufren esos opositores, sin duda alguna constituyen tortura psicológica».
Encuentros de Gorriti con las familias de los periodistas encarcelados
Durante su estancia en La Habana, Gorriti se reunió con las familias de los periodistas encarcelados Oscar Espinosa Chepe, Ricardo González Alfonso, Raúl Rivero y Héctor Maseda Gutiérrez, para hacerles llegar la preocupación del CPJ.
A su llegada a La Habana el 8 de julio, Gorriti visitó a Miriam Leiva, periodista independiente y esposa de Espinosa Chepe. Gorriti se sorprendió al escuchar a Leiva, a quien se le permite ver a su esposo cada tres meses, relatar los pormenores de la avanzada cirrosis de Espinosa Chepe; los obstáculos que Leiva tiene que enfrentar para poder verlo; y las horribles condiciones de la prisión donde se encuentra que, según Leiva, pudieran provocarle la muerte.
La cirrosis de Espinosa Chepe (enfermedad que estaba controlada antes del arresto del periodista, de acuerdo con Leiva), junto con otros padecimientos que se han agravado durante el encierro en la prisión, ha ocasionado que lo hayan ingresado varias veces en un hospital en los últimos cuatro meses, indicó Leiva. No obstante la delicada salud de Espinosa Chepe, las autoridades lo ubicaron en una celda de aislamiento en la prisión de Boniato, una de las peores de Cuba, el 4 de julio. Nueve días después, tuvo que ser ingresado nuevamente a un hospital.
Leiva también le contó a Gorriti sobre el arresto y el juicio de su esposo y la lucha de ella para lograr que le proporcionaran tratamiento médico adecuado. Además, Leiva recordó los interrogatorios a que fue sometido su esposo en Villa Marista _la sede del DSE en La Habana_ y las dificultades que ha tenido que afrontar para recabar información sobre la salud del periodista.
El 9 de julio, Gorriti se reunió con Álida Viso, periodista independiente y esposa de González Alfonso, presidente de la Sociedad de Periodistas Manuel Márquez Sterling. González Alfonso se encuentra en la Prisión Kilo 8, a 512 kilómetros de La Habana, y tiene derecho a una «visita conyugal» cada seis meses y una «visita familiar» cada tres meses. Se puede llevar alimentos, medicinas, jabón y demás artículos de uso personal cada cuatro meses, pero en esa oportunidad no se permite la visita. «Uno viaja al otro extremo de Cuba para entregar el paquete personal a un funcionario de la prisión y luego tiene que regresar con la esperanza de que la visita programada, dentro de varias semanas o meses, no sea suspendida por las autoridades de la prisión», explica Gorriti.
También el 9 de julio, Gorriti visitó a Blanca Reyes, la esposa del periodista y poeta Rivero. Reyes recordó cómo, cuando arrestaron a Rivero, habitantes del barrio salieron de las casas para ver qué sucedía, y cuando se supo que la policía se estaba llevando a Rivero, se escucharon protestas. Para evitar problemas, la policía se apresuró a detener a Rivero. Reyes contó que Rivero había perdido mucho peso en la cárcel.
Esa misma noche, Gorriti sostuvo un encuentro con Laura Pollán, esposa de Maseda, activista del Partido Liberal Democrático y periodista independiente encarcelado en la prisión La Pendiente, en la provincia central de Villa Clara. Pollán, a quien se le permite visitar a su esposo cada tres meses, afirmó que a Maseda le han diagnosticado escabiosis, así como varias alergias desencadenadas por las terribles condiciones penitenciarias. Pollán, además, denunció que las autoridades de la prisión no le dejaban llevarle sábanas limpias y medicinas a su esposo.
Conclusiones de Gorriti
Respecto a la ofensiva gubernamental contra la prensa independiente y la disidencia, Gorriti llegó a la conclusión de que el gobierno cubano puede estar utilizando a los periodistas presos como moneda de cambio para negociar con los Estados Unidos la liberación de cinco espías cubanos que fueron arrestados y condenados a duras penas de prisión en los Estados Unidos hace dos años.
Ello, destacó Gorriti, «ayuda a explicar por qué el gobierno cubano se ha empeñado tanto en pintar a los disidentes y periodistas como “mercenarios” y “espías”».