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Simpatizantes de Correa protestan mientras celebran los premios Cabot

Por Sara Rafsky/Investigadora Asociada del programa de las Américas

Protestantes manifestaron fuera de los Premios Cabot el jueves. (CPJ/Sara Rafsky)
Protestantes manifestaron fuera de los Premios Cabot el jueves. (CPJ/Sara Rafsky)

Los premios Maria Moors Cabot, administrados por la escuela de graduados de periodismo de la Universidad de Columbia en reconocimiento al aporte periodístico para la comprensión de los temas interamericanos, son los premios internacionales más antiguos del periodismo. Pero Josh Friedman, director de los premios, sostuvo que este año fue el primero que recuerde donde los premiados que llegaron a la ceremonia fueron recibidos por manifestantes que vociferaban detrás de las barricadas. Los invitados con esmoquin y vestidos de gala miraban anoche confundidos frente al edificio de la Academia Italiana de Columbia, donde unos 20 manifestantes con banderas ecuatorianas y fotos del Presidente Rafael Correa gritaban eslóganes como “Abajo la prensa corrupta” y “Viva Correa”. Una pancarta identificaba a una lista de supuestos “enemigos de la democracia latinoamericana” que incluía algunos de los principales diarios de Sudamérica, España y Estados Unidos, el grupo de libertad de prensa ecuatoriana Fundamedios y el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés).

El origen de la furia del grupo fue la decisión del Cabot de otorgar una citación especial al diario ecuatoriano El Universo. En febrero, el máximo tribunal de justicia ratificó una sentencia de tres años de prisión y multas millonarias contra tres ejecutivos de El Universo en una demanda por difamación presentada por Correa. El editor de opinión que escribió la columna sobre el presidente que motivó la demanda recibió una sentencia similar y se exilió en Miami, donde recibió asilo político. Correa luego perdonó a los demandados, pero sus acciones ya habían producido daño a la libertad de expresión en tanto marcó la reputación de Ecuador como uno de los países más represivos en la región para la prensa.

La mala relación entre el diario y el presidente no terminó con la resolución de la demanda. Cumpliendo con su promesa de “perdonar pero no olvidar”, en junio Correa acusó en su programa de televisión sabatino al editor de El Universo, Gustavo Cortez, de ser “siniestro” y de “mala fe”. Luego de mostrar una foto de Cortez, instó al pueblo ecuatoriano a que recuerde su rostro. El programa de televisión de Correa ha sido uno de sus medios favoritos para desprestigiar e intimidar a sus críticos. César Ricaurte, director de Fundamedios, ha sido blanco frecuente de hechos ataques. Y Carlos Lauría, coordinador senior para en programa de las Américas del CPJ, apareció en el programa en agosto luego de anunciarse los ganadores de los Premios Cabot. Lauría integra la junta directiva del Cabot y Correa, recordando una confrontación entre ambos en Columbia el año anterior, mostró la foto de Lauría y afirmó que su participación estaba detrás de la citación honoraria para El Universo.

El reconocimiento a El Universo parece haber provocado enojo particular en Correa, quien busca ser visto con una imagen positiva por la comunidad internacional. La decisión del gobierno de Quito de otorgar asilo político a Julian Assange se produjo cuando el presidente estaba intentando cambiar su imagen como un atacante a la libertad de expresión. Pero la intimidación contra los críticos de Correa no se ha detenido en las fronteras del país; Ricaurte fue seguido y acosado por periodistas oficiales cuando aceptó un premio a la libertad de prensa que le otorgaron en septiembre en Buenos Aires. Por lo tanto, no pareció increíble a los asistentes a la cena de anoche que las acciones fuera del edificio y los misteriosos camarógrafos que seguían a los directores del diario y ex demandados en el caso–los hermanos Carlos Pérez Barriga, César Pérez Barriga, y Nicolás Pérez Lapentti-y documentaron cada uno de sus movimientos (en la ceremonia como también en el panel del martes relacionado) podrían tener algún vinculo con Quito.

De todos modos, cuando aceptaba el premio en nombre del diario, Carlos Pérez envió un mensaje claro al cualquiera en la sala, o en Ecuador, que pudiera pensar que el periódico había sido silenciado: “No hemos aprendido la lección de la complicidad, el miedo y el silencio que el gobierno ha intentado enseñarnos”.

Los hermanos pudieran tomar el ejemplo de Teodoro Petkoff, otro ganador del Cabot, y director y editor del diario crítico venezolano Tal Cual. Petkoff, cuya larga carrera incluye haber sido guerrillero comunista así como diputado y ministro, no es alguien que vaya ser fácilmente intimidado por lo que calificó de un “régimen nefario que desprecia la libertad de las ideas”. Tal Cual ha cubierto en profundidad al gobierno del Presidente Hugo Chávez, que ha utilizado una variedad de leyes, amenazas, y medidas regulatorias para debilitar en forma gradual a la prensa privada, a medida que creó un verdadero imperio mediático. Dirigiéndose a sus compatriotas y colegas en esta “profesión noble pero herida,” Petkoff sugirió que “no todo está perdido”.

Los otros ganadores del Cabot fueron tres periodistas que cubren América Latina como corresponsales extranjeros. Miguel Ángel Bastenier, columnista del diario español El País y maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, indicó al público que ” América Latina nunca ha sido tan interesante” para cubrir. Juan Forero, quien informa sobre América del Sur para el diario The Washington Post y la radio NPR, advirtió sobre las visiones ideológicas simplistas de la región desde afuera, donde el ex Presidente Uribe de Colombia es “descrito como un personaje al estilo Churchill” y el Presidente Chávez de Venezuela como un “Mussolini tropical” en las palabras famosas de Carlos Fuentes. David Luhnow, jefe de la corresponsalía del Wall Street Journal para América Latina, quien fue criado en México por padres estadounidenses, instó a sus colegas en los Estados Unidos a mirar a México como una advertencia de lo que ocurre cuando la brecha entre ricos y pobres se vuelve demasiado grande.

A pesar del tumulto fuera del elegante edificio de la Academia italiana y los desafíos que enfrentan la región y la profesión, la noche fue en última instancia una celebración del periodismo. Forero indicó que intenta ayudar y ser realista cuando habla con estudiantes de periodismo jóvenes que quieren viajar a América Latina porque, afirmó, hablando sobre su entusiasmo, “entiendo perfectamente lo que sienten”.